Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Mi maletín y yo

Después de 10 meses sin viajar, lo añoraba. Por ello me fui al trastero de mi casa, lo vi y tuve ganas de sacarlo. Mi maletín es gris con dos ruedas, modelo Sam carry-on, con bolsillos laterales y mango retráctil y ha sido mi compañero de aventuras durante mucho tiempo. Fue en aquel alegre y lejano 2014 cuando lo compré en las rebajas de enero y desde entonces me ha seguido, cual perro fiel, rodando por interminables pasillos de aeropuertos, calles y pasillos de hoteles. En un álbum de viajes tengo archivada una foto en la que se me ve con cara de circunstancias, de pie junto a mi carry-on, en una puerta de embarque del aeropuerto de Madrid-etc en cuya pantalla se puede leer, “vuelo retrasado”.

Recuerdo que con mi maletín tuve siempre una relación personal intensa hasta que la covid se interpuso entre nosotros. No olvido cuando al principio de usarlo seleccionaba exactamente los enseres que tenia que meter en él. Estos debían de ser suficientes para tres o más días de viaje. Aprendí a plegar bien las camisas, los pantalones, un par de zapatos de reserva, algún jersey en invierno, un libro, un cepillo de dientes y otros artículos de higiene personal que eran en general pruebas regalo de la perfumería. Todo bien apretado de tal manera que al sacar las ropas en destino parecieran recién planchadas. Al formarse las colas para entrar en los aviones, siempre procuraba ponerme de los primeros de la fila para así tener espacio para poder colocarlo en el compartimento encima de mi asiento. De esta manera aunque viajes sin compañía, nunca tienes la sensación de soledad, pues tu maletín está cerca de ti para lo que haga falta.

Estaba mirando este apreciado utensilio cuando me dije, tienes que dar una vuelta con él, se lo debes después de tenerlo tantos meses encerrado. Así pues, me convencí a mi mismo, saqué de casa el maletín, me dirigí al coche y lo coloqué en el asiento trasero con el cinturón de seguridad abrochado. Al salir de Palma, ciudad 30, sin cruceros en el puerto, con destino al aeropuerto pude admirar una vez más el árbol cónico de navidad que se ha instalado para hacer la competencia a la Seu de Mallorca, en especial de noche. Seguí ruta hasta que pasando por delante del polémico Palacio de Congresos le comenté a mi maletín, vaya, han cortado la selva que durante meses ha crecido en la mediana de la avenida que debía de ser la imagen impoluta de la entrada a la ciudad. Dicha mejora óptica debió de realizarse con motivo de la pasada XIX cumbre ítalo-española del 24 de noviembre, y es que una cumbre con Sánchez de anfitrión obliga a pasar la cortadora de césped. Unos kilómetros mas adelante el ruido de las ruedas del coche al circular sobre el asfalto se intensificó de repente. Le hablé a mi acompañante silencioso diciendo, tranquilo, es la mala calidad del firme. Esta deficiencia seguro que es a su vez el motivo principal del porqué el tráfico de la vía de cintura sea tan ruidoso. Mejorando el asfaltado se podría dejar la velocidad como está ahora y no dar como excusa el ruido de los coches para bajar los limites a 80 km/hora.

Seguimos ruta por la autopista hacia Llucmajor, que es una vía de comunicación que facilita y anima a desplazarse en automóvil. La inauguró en su día el President de la Comunidad y en algún lugar de la mediana hay un pequeño monolito que así lo recuerda, aunque nadie lo lea. A continuación le sigue la obra de la criticada prolongación de la misma hasta Campos pues en Mallorca el coche siempre tiene prioridad. Este es un nuevo tramo de autopista cuyos padres han preferido no dar la cara a la hora de inaugurar las obras. Los responsables que han autorizado la elevada inversión que destroza los campos agrícolas, en parte abandonados pero aún bellos, del sudeste de nuestra isla tienen DNI. Por supuesto que había otras soluciones más sostenibles y menos impactantes. Al entrar a Campos y para reducir el tiempo ganado conduciendo por el nuevo tramo, se han instalado los badenes mas altos de Europa, los cuales pueden servir de atracción y disfrute para futuros turistas sentados en los autobuses. Luego, a través de mi retrovisor miré un segundo hacia mi maletín y le comenté en voz alta que se rumorea que la autopista seguirá pronto hasta Felanitx y más tarde hasta Manacor. Lo exige el progreso, no el Pacto. Al salir de Campos pensativo, la Guardia Civil de Tráfico me hizo una foto. Seguro que me la mandan pronto a casa.

Da pena pasar por los pueblos con tantas tiendas y bares cerrados. Los carteles de “Se Traspasa” son habituales. La gente con sus caras medio tapadas, como si de un estado islámico se tratara, caminan como si estuvieran buscando la salida. Los bancos o en su defecto los fantasmas se han apoderado de los hoteles costeros. Muchas familias sufren de ansiedad ante tal situación. Los miles de trabajadores afectados por los cierres de negocios siguen confiando en una vuelta a la normalidad mientras sus reservas económicas están en límites peligrosos y dependen de los ERTE. La solución es la vacuna, así se ha publicado a bombo y platillo. Illa, con su traje de luto severo y cara de problemas acumulados, mirando hacia sus papeles, balbuceando, lo ha dicho en la TV estatal: Es el comienzo del final de la pandemia. Ahora le sigue la aplicación escalonada de la inmunización, sin embargo quedan muchas preguntas por hacer y respuestas por dar. ¿Podrán los inmunizados tener mas libertades que los que sigan en la cola de espera?, ¿cómo sabrán los responsables de los controles diferenciar entre unos y otros?, ¿tendrán un carnet especial que los identifique?, ¿habrá bares y restaurantes exclusivamente para vacunados?

Quizás los visionarios que forman los teóricos comités de expertos en la sombra recomienden a las autoridades a obligar a los ya inyectados a llevar un brazalete en la manga con una V grande, V de vacunado, impresa sobre la bandera autonómica. Es posible. Seguro que se improvisará sobre la marcha.

Regresando a Ciutat por la carretera de Sineu, Montuïri y Algaida, con un sol espléndido, le hablé de nuevo en voz alta a mi mudo interlocutor. El cambio climático esta pasando factura le dije. Almendros muertos por la Xylella y otros en camino son un ejemplo de que no solo el hombre está en peligro. Entristece el pensar que el homo sapiens no se ha dado cuenta o no quiere aceptar que es en realidad un okupa del planeta tierra y de que lo succiona exclusivamente en su beneficio. Forma grupos de poder en forma de gobiernos que según del color que sean cambian o actualizan las leyes permitiendo más o menos destrucción. Mientras tanto es un hecho que la humanidad ha crecido casi 8 mil millones en los últimos cien años, sin haber un plan de actuación claro de cómo alimentar a los millones de seres que pasan hambre y sed. Siempre nos quedarán las ONG. Realmente interesa más el hoy que el mañana. Primero yo, después mi familia, mis amigos, mi ciudad, mi país...

La covid quizás sin saberlo quiso y quiere aún regular este crecimiento, pero el Sapiens ha sabido de nuevo presentar batalla, se defiende panza arriba. Sus armas son el confinamiento, la mascarilla, el lavado de manos, la distancia social y en última instancia la mencionada vacuna. El problema es que en general después de la tempestad viene la calma y probablemente cuando la pandemia esté controlada volveremos a las andadas sin haber aprendido de esta lección. Sólo cuenta el orgasmo momentáneo, la crítica y el aplauso.

Al llegar a casa volví a meter el maletín en el trastero sin saber cuando lo volveré a poder usar pues presiento que el 2021 será de nuevo un año difícil, donde la unidad entre todos tendrá vital importancia. Salud y muchos ánimos.

Compartir el artículo

stats