El famoso y mediático exjugador de baloncesto Fernando Romay visitó el Museu del Calçat i de la Indústria de Inca el pasado sábado para encontrarse con Pep Rotger, el maestro zapatero que le hizo sus zapatos hace 40 años en la capital del Raiguer.

En este encuentro, Romay, que se descalzó delante de todos los asistentes para dejarse tomar nuevamente las medidas de sus monumentales pies, contó varias curiosidades sobre su vida y su difícil relación con el calzado. Entre otras anécdotas, contó que vino a Mallorca en los años 80 al no poder comprar en la misma tienda Yanko de la capital donde lo hacían el resto de jugadores de la plantilla del Real Madrid porque no se fabricaba su número. La dificultad no radicaba únicamente en la necesidad de encargar un zapato a medida, sino en la de encontrar un zapatero tradicional que pudiera hacer los zapatos a mano a la manera antigua, ya que no existía una maquinaria que fuera capaz de fabricar un zapato para su talla, ya que únicamente llegaba hasta el 49,5. Fue precisamente el maestro hormero de Selva, Pep Rotger, quien realizó esta particular hazaña, y quien donó recientemente al museo las hormas de madera usadas para la fabricación de los zapatos de Romay, testimonio de las enormes extremidades del exjugador, que hoy pueden ser visitadas en el museo de Inca.

Fernando Romay se reencuentra con su zapatero de Mallorca Museu del calçat

El del jugador es el zapato más grande fabricado en Mallorca. Romay calza un 56, frente al 52 que lleva, por ejemplo, Pau Gasol. «Vine a Inca a hacerme los zapatos porque aquí se realizaban los mejores zapatos del mundo», declaró el astro de la cancha en su visita del sábado a Inca. «Lo importante es hacer lo que sea en la vida con ilusión: como estos zapateros, en un pueblo en el corazón de Mallorca, que han conseguido fabricar los mejores zapatos del mundo», abundó el exdeportista, quien también opinó sobre la situación pandémica actual: «Durante el confinamiento, la gente ha salido adelante gracias al deporte, al arte y a la música. Fijaos qué curioso, las denominadas tres marías de los estudios. Ya es hora de revalorizar las humanidades».