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Antonio Tarabini

El bueno, el feo y el malo

Vox ha ejercido su anunciada moción de censura, presentado un candidato alternativo a Pedro Sánchez presidente de un Gobierno de coalición, al que califica de socio-comunista, apoyado por independentistas, terroristas y similares. Su candidato, Santiago Abascal, como era previsible ha fracasado en su intento. Sólo obtuvo 52 votos «sí», sus propios diputados, frente a 298 «no», el resto de parlamentarios, incluidos los populares. Lo novedoso fue y sigue siendo la dura e inesperada reacción del presidente del PP, Pablo Casado.

Dicha moción ha tenido lugar en unos momentos en que la pandemia va tomando carta de ciudadanía superando el millón de casos registrados, intensificando la crisis sanitaria, social, económica, e institucional. En unos momentos en que el estado de ánimo de la ciudadanía está dominado por incertezas, desasosiegos e inquietudes, en referencia a su presente y futuro. A tal estado de ánimo hay que añadir la existencia de un ecosistema político tóxico, de confrontación extrema, que no sólo dificulta la gestión de la pandemia sino que erosiona un intangible de difícil reparación: la confianza en la capacidad de los gobernantes para tomar buenas decisiones.

En un ambiente político precaldeado el candidato consiguió lo que pretendía: ser el protagonista de la película durante dos días. Se me antoja el filme de Sergio Leone El bueno, el feo y el malo. Abascal ejerció de “bueno”, el salvador de la patria, el líder de la derecha española. Entre otras lindezas, tachó al Gobierno y a su presidente de «ilegítimo,criminal, mentiroso y mafioso». Y a la UE la calificó como «réplica moderada de la República Popular China», y la comparó «con la Europa soñada por Hitler». Y en lugar de la fantástica melodía de Ennio Morricone resonaron los atronadores aplausos de todos sus parlamentarios puestos en pie. El culmen ocurrió a las 12:35 del primer día, cuando Abascal concluyó su intervención con un «Viva España y viva el rey».

Los «malos» son los socialistas, y sus socios. El candidato fue inmisericorde en unos momentos difíciles. La gestión de la pandemia, presentación de unos Presupuestos que posibiliten su aprobación o diseñar una estrategia de recuperación socioeconómica que posibilite acceder a los 140.000 millones de euros de los Fondos de la UE destinados a priori a España. Poner al día la actualización de las pensiones y su financiación. Sin pasar por alto la propuesta alternativa de los socialistas de renovación del Consejo General del Poder Judicial.

Los «feos» son los populares, que tienen remedio con una adecuada cirugía estética. El futuro pasa por la «unión» de la derecha siguiendo el ejemplo de Andalucía, Madrid y Murcia. La clave es conseguir el voto favorable del PP a la moción de censura, o como mínimo su abstención. El señuelo del candidato iba dirigido al PP, a sus líderes, militantes y votantes. Pablo Casado fue una tumba silenciosa hasta el segundo día. Sube al estrado y sin complejos, sin pelos en la lengua, descalifica a Vox y a su candidato Abascal (política y personalmente). No olvidemos que Vox es una escisión de los populares, y que Abascal y Casado fueron conmilitones durante quince años. Sin ambages confirma el “no” a la moción. Revienta tras dos años de críticas. «No somos cobardes, ni furias ni ruidos, no queremos ser como usted». Rompe con Abascal y Vox para asentar al PP como única alternativa.

Queda por ver cuál será la reacción de Vox donde comparten poder, especialmente en Madrid, Andalucía y Murcia. No creo se produzca una ruptura, pero sí mayores dificultades de gestión. Valga como ejemplos los Presupuestos de Andalucía en pleno proceso de debate.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tras el giro copernicano de Casado, reacciona con rapidez ofreciendo «parar el reloj» de la tramitación de la proposición de ley del PSOE y Unidas Podemos, criticada por la mayoría del mundo judicial y que parece no ser del agrado de la Comisión Europea. Sánchez ofrece nueva negociación a Casado para renovar el órgano de gobierno de los jueces. No será fácil.

En el ámbito socialista algunos gurús, incluidos ministros, están satisfechos porque creen que Casado al fin ha dado el primer paso para hacer lo que Sánchez le ha pedido muchas veces en público y en privado: romper el cordón con la extrema derecha. Otros creen que este giro es flor de un día y Casado solo está tratando de defenderse de un movimiento agresivo de Abascal que pretendía competir con él como líder de la oposición. Pero todos, incluso los más escépticos, asumen que la arriesgada maniobra del líder del PP tendrá consecuencias de fondo en la política española.

En Balears también tenemos asignaturas pendientes explicitadas por la presidenta hace escasos días en el Parlament, que necesitarán acuerdos, pactos y consensos políticos, con empresarios y sindicatos, así como con diversas plataformas cívicas. Bueno sería que concluyera con una melodía de Morricone: Cinema Paradiso o Novecento.

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