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Camilo José Cela Conde

Pirotecnología

La fabricación de herramientas es una de las claves del proceso de la evolución humana. Numerosos antropólogos y paleontólogos les atribuyen la presión selectiva que llevó, dentro del género Homo, al incremento del tamaño cerebral que, junto a la ingesta de carne y las actividades carroñeras primero y cazadoras más tarde con las que se obtenía ese alimento, fue conduciendo a técnicas de manufactura cultural cada vez más complejas. Herramientas, tamaño cerebral y estrategias de búsqueda de alimento fueron eslabones acompasados de una cadena que iba ganando en alcance, sofisticación e importancia.

Las primeras herramientas manufacturadas se redujeron en un principio, hace cerca de 2,5 millones de años, a piedras talladas de forma bastante tosca: el Modo I o cultura Olduvaiense. Pero ya digo que esa cadena de factores en conexión fue dando paso con el tiempo a culturas más elaboradas como el modo II –Achelense– en el entorno del medio millón de años. La cultura achelense es la que contiene los bifaces de una simetría espectacular y un filo tan aguzado como el de un bisturí. Pero la mejora de las manufacturas no se limitó a la técnica de talla; el uso del fuego en las hachas de pedernal fue un método que aumentó en gran medida la eficacia de las herramientas.

Existen evidencias de la producción de artefactos de pedernal utilizando la llamada pirotecnología en el Paleolítico Medio y Superior tanto en Europa como en el Próximo Oriente y en su equivalente cultural de la Edad de Piedra Media africana. Daniel Ritcher y Hartmut Thieme documentaron en 2012 la presencia en el yacimiento de Schöningen (Alemania) de pedernales tratados con fuego con una edad que podría remontarse al medio millón de años. Pero un artículo publicado en la revista Nature Human Behaviour por Aviad Agam, investigador del Kimmel Centre for Archaeological Science del Weizmann Institute of Science de Rehovot (Israel), y colaboradores ha descrito el uso de una técnica específica de tratamiento singularizado mediante el fuego de distintos tipos de herramienta en la cueva de Qesem (Israel). Las cuchillas alargadas se calentaban a temperaturas bajas/medias (259º) en comparación con las que se utilizaban en las lascas (413º). De acuerdo con los autores, ese control diferencial en el uso del fuego y las temperaturas alcanzadas según la herramienta que se quiera obtener puede verse como una innovación de gran valor adaptativo propia de los humanos de Oriente Próximo de hace unos 300.000 años. Muy probablemente, se trataría, en esas fechas, de Homo erectus. Dicho de otro modo, no hizo falta esperar a la aparición de los neandertales y los humanos modernos para que se alcanzase un nivel cognitivo capaz de llevar a cabo semejante manejo de la pirotecnología.

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