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Matías Vallés

Opinión

Matías Vallés

El caldo de cultivo de las residencias

Paradójicamente, los resultados en las residencias reflejan la impronta dominante del coronavirus en el conjunto de Mallorca. En una pandemia de la que todo se ha estudiado y nada se ha solucionado, los centros de discapacitados reproducen el síndrome del Diamond Princess. En el crucero que simboliza la propagación fulminante de la pandemia en entornos cerrados, es posible que una sola persona contagiara a setecientas, según el análisis de la cepa compartida por todos los afectados.

Las residencias mallorquinas son asaltadas con mayor virulencia por la pandemia porque ofrecen el caldo de cultivo ideal para la propagación, al igual que una embarcación aislada en el mar. La reacción de las autoridades es literalmente protocolaria, en cuanto consiste en proponer un protocolo estéril, según se demostró con resultados letales en Sóller.

Por eso mismo, ayer no era el día ideal para que el Govern presumiera de una reducción sustancial de los contagios en residencias. Tras los redobles de autobombo, las autoridades desbordadas por el virus igual que sus colegas mundiales han de explicar cómo se lleva a cabo una actuación selectiva, cuando prácticamente todos los residentes se han contagiado.

La experiencia de la residencia de Joan XXIII debe disuadir al menos de los programas públicos de blindaje, dado que cada uno se salda con más focos en dichas instituciones que el anterior. Confinarse es la solución óptima contra la plaga, salvo que entre los encerrados haya personas contagiadas.

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