La problemática se ha vuelto endémica para el conjunto de municipios de Mallorca. Las plantillas de la policía local adolecen de una clara falta de medios y efectivos al tiempo que deben enfrentarse a nuevos retos y ámbitos de actuación. Además, aunque eso no se diga, en muchos casos son objeto de instrumentación política por parte de demasiados municipios empeñados en deformar la profesionalidad policial en servicio particular del cargo de turno.
Hoy se expone el caso de Binissalem que, visto desde el exterior, no es más que la actualización de un malestar común que afecta a partes iguales, pero desde ópticas diferentes, a los agentes y a la ciudadanía. La gente no encuentra al policía y éste no puede responder a la llamada. En este circulo, inoperativo y vicioso, permanecemos encerrados.
Habrá que salir de él. Para hacerlo no hay método más adecuado que el del respeto a la independencia municipal y la coordinación posible de todas las fuerzas policiales. No se entiende muy bien que todos los intentos de mancomunar agentes hayan fracasado.
