Estamos inmersos en un colectivo esperpento, en un desaguisado difícil de imaginar. Si Benito Pérez Galdós retrató con maestría en Los Episodios Nacionales el desfondamiento de España en el siglo XIX hoy se requiere otro novelista insigne (Luis García Berlanga se nos fue antes de tiempo: urge nueva entrega de La escopeta nacional) para describir el atropello que se está perpetrando contra todos nosotros. Si en 1898 se llegó a la postración que su generación consideró definitiva (todavía estaba por llegar la inmensa tragedia de 1936 y la dictadura franquista) qué diremos de las Españas alumbradas en las primeras décadas del actual siglo. Está por escribirse, pero lo que queda plasmado es el disparate nacional al que estamos asistiendo impotentes. Atiéndase a la infumable secuencia, envuelta en la crisis económica, social y económica perpetrada por la pandemia: Kitchen depara novedades sin cuento; el sumario es estremecedor, exhibe la impudicia con la que la que el Gobierno del PP vulneró a mansalva los códigos que jamás deberían ser quebrados; el desgobierno de la Comunidad de Madrid deviene en letal peligro para todo el territorio nacional, sin que la infumable Díaz Ayuso, favorita de Pablo Casado, acepte revertir la situación, sin que el Gobierno de Pedro Sánchez decida la urgente intervención ante una negligencia que roza lo criminal; los independentistas catalanes siguen sumando episodios a su cansino desafío, que no va a ninguna parte salvo a incrementar el estropicio general. Incorporamos al somero sumario a un juez que quiere hacer política sin asumir que su posición le invalida para hacerla. Carlos Lesmes, presidente del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), acredita mayúscula torpeza, pues al jugar a lo que no sabe ha llevado a la Corona a situarse en situación límite.
