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Llorenç Riera

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Llorenç Riera

La convivencia con el temporal

Los vientos de queja por la ausencia de la presidenta y el sentimiento de una cierta orfandad institucional deben haber silbado ya en el Consolat de Mar. Francina Armengol pisó ayer, al fin, la hojarasca de la zona devastada por el cap de fibló, el pasado 28 de agosto en la serra de Tramuntana. En compañía del conseller Miquel Mir, la presidenta vino a confirmar lo que, quien más quien menos, ya tiene asumido desde hace tiempo y ha venido confirmando poco a poco: los temporales van a convertirse en una constante de periodicidad cada vez más frecuente en el ámbito mediterráneo en el que se incluye Balears.

Por tanto, se tratará de aprender a convivir con esta realidad insegura y creciente. Debe hacerlo la ciudadanía y también la Administración. En este sentido, ahora mismo, llama la atención que todos los esfuerzos se centren solo en las urgencias inmediatas. Según el conseller de Medio Ambiente, de aquí a final de año hay trabajo de sobra en la retirada de restos vegetales del destrozo hecho por el temporal. Por supuesto que esta es la primera tarea a realizar, pero el reconocimiento de que todavía no se ha encontrado una salida para la biomasa que se genera y que después todo se fíe a unos inconcretos y vagos “mecanismos de restauración” indica que los nuevos temporales anunciados pueden pillarnos, otra vez, con el pie cambiado. O ausentes.

Las “franjas de prevención” insinuadas tendrán poco efecto si no se visten con labores de mantenimiento contante y no solo en la serra de Tramuntana. Deben afectar por igual al conjunto de las zonas boscosas de Mallorca. Se acaba la época de entender el paisaje solo como recreo o mera imagen de explotación turística.

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