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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

Con Casado al frente, la moderación en el PP es imposible

El infinito viaje al centro del PP ha hallado otra víctima propiciatoria: Cayetana Alvarez de Toledo; sucede que el radical en el partido es ante todo su líder, Pablo Casado

Sigue el PP viajando hacia el centro, esa lejana, muy lejana galaxia a la que no llega nunca. Prescindir de alguien tan elitista como Cayetana Álvarez de Toledo, adornada, cómo obviarlo, de envidiable categoría intelectual, se antoja un requiebro insustancial cuando lo que define a un partido dotado de la estructura piramidal del PP es, ante todo, la persona que se sitúa en el vértice de la pirámide, y en ella está Pablo Casado, que es mucho más radical de lo que aparenta la apiolada portavoz parlamentaria. El radical en el PP, quien acampa en las cercanías de Vox, es Casado, que, junto a ese mastuerzo político que es el secretario general, Teodoro García Egea, ahora promueve figuras supuestamente moderadas, sedicentemente centristas, caso de Martínez Almeida, alcalde de Madrid con los votos de Vox (tampoco hay que soslayarlo), pero que no remueven los fundamentos de un partido que es lo que siempre ha aparentado ser: la derecha clásica española, con lo que supone de confesional católica y matriz castellana, siempre a rebufo de los avances sociales. Lo que un falangista arrepentido sinceramente de haberlo sido e intelectual de fuste, Dionisio Ridruejo, definió certeramente como "el macizo de la raza" aludiendo a la perenne querencia de la derecha a hacer de Castilla España. El reduccionismo de Casado pretende que Madrid sea el compendio de España, aquella mamarrachada tan en boga a lo largo de la dictadura franquista de "rompeolas de todas las Españas".

Proseguirá sin Álvarez de Toledo el periplo del PP, probablemente Casado se abrirá a pactar con el Gobierno "ilegítimo" de Pedro Sánchez la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), Tribunal Constitucional (TC) y alguna otra institución pues así lo demandan los directamente concernidos, pero en lo esencial en el PP nada cambiará dado que el presidente del partido seguirá siendo por el momento Pablo Casado Blanco, al que le transpira por los poros la radicalidad derechista de la que es incapaz de prescindir.

Hay una variante a tener presente en lo sucedido: la oportunidad que se le concede a Vox. A la extrema derecha se le ensancha el campo de juego, se le dan más posibilidades de captar respaldos electorales. Veamos: ¿se puede asegurar que el cambio hacia la cacareada moderación le rendirá al PP los réditos que ansía? ¿Le da la oportunidad de deglutir lo que queda de Ciudadanos a la vez que arrincona a Vox? No parece muy seguro que así sea y no se descarte que acontezca lo contrario: al tiempo que inopinadamente se refuerzan las expectativas de Vox, el fraude del giro centrista no le reporte al PP ningún suplemento electoral que añadir a la que hoy es una raquítica cosecha en votos. La derecha española no es la que fue. Vox está firmemente asentada. No desaparecerá. Es más, en Andalucía, Madrid y Murcia, además de numerosas ciudades, el PP gobierna con los apoyos de Vox. ¿Dónde queda el centro? ¿Hasta dónde son moderados Martínez Almeida y Moreno Bonilla si no hacen ascos a asociarse con Vox? Eso no es centro derecha, es derecha a secas. El centro derecha es lo que en Europa rechaza tajantemente aliarse con la extrema derecha, es hacer lo que en un estado (comunidad autónoma) de la República Federal de Alemania ha establecido la canciller Merkel: vetar las alianzas con ella, aunque conduzca a que se forme un gobierno regional de izquierdas. El PP, también Ciudadanos, inmerso en su particular viaje hacia el centro, no lo consintió en Andalucía y Madrid. ¿Lo autorizaría Casado? La respuesta es un tajante no, entre otras consideraciones porque está más a la derecha de lo que nunca se situará Cayetana Álvarez de Toledo. Casado no es un moderado. Lo constatan sus declaraciones y reciente peripecia.

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