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La elite científica pide cuentas

Leo con cierto asombro que un grupo de científicos españoles solicitan "una evaluación independiente e imparcial por parte de un panel de expertos internacionales y nacionales, centrándose en las actividades del gobierno central y de los gobiernos de las 17 comunidades autónomas". Piensan que la situación de España es peor que la de los países de nuestro entorno y se trataría de averiguar por qué, para lo cual habría que "contar con un equipo dedicado a recoger todos los datos y la documentación requerida por los expertos, que así podrían hacer una revisión cuantitativa y cualitativa de la respuesta española a la epidemia". Entre los firmantes destacan Margarita del Val, viróloga del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa; Manuel Franco, investigador de la Universidad Johns Hopkins (EE UU); Daniel Prieto-Alhambra, farmacoepidemiólogo de la Universidad de Oxford (Reino Unido); Rafael Bengoa, asesor para la reforma sanitaria de Obama; Carme Borrell, gerente de la Agència de Salut Pública de Barcelona; y Carles Muntaner, profesor de Salud Pública en la Universidad de Toronto (Canadá). Son personas no conocidas por la opinión pública, aunque seguramente con prestigio en la comunidad científica.

Sucede sin embargo que estas personas salen a la luz a toro pasado. Hasta ahora no han movido, que se sepa, un solo dedo para señalar al país que nuestro sistema sanitario no estaba preparado para una gran pandemia, que la posibilidad de que sucediera un hecho así era real, y que había que tomar precauciones estructurales. Esas mismas personas tampoco se asomaron a los medios para sugerir a los poderes públicos laque había de hacerse en cuanto la OMS señaló la gravedad de la que se nos venía encima. Y ahora piden cuentas a quienes sí se mojaron.

Hagan, si quieren, "las elites" cuantos análisis gusten, pero el juicio de lo acontecido lo haremos los ciudadanos en las urnas. Y desde luego no olvidaremos la pusilanimidad de una clase intelectual que bien poco nos ha ayudado a resolver los problemas del país, al contrario de lo ocurre en los estados más desarrollados del mundo.

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