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¿Vivat Academia?

Sobre el confinamiento de importantes disciplinas académicas en España

Gaudeamus igitur iuvenes dum sumus...

Así cantamos el himno universitario (sin interrogante alguno, claro), los escolares de Universidad desde hace más de ocho siglos, es decir, desde que los estudios superiores fueron reglados en la vieja Europa, y con el Latín como vehículo de comunicación. Desde aquel principio, las siete artes liberales incluidas en el Trivium y el Cuadrivium contemplaban la enorme importancia, entre otras disciplinas, de la Música y las Matemáticas. Un binomio en perfecta relación y consonancia, nunca mejor dicho, desde las reflexiones pitagóricas acerca de la Harmonía [sic] musical de las esferas, y siempre, eso sí, partiendo desde los principios matemáticos.

Pues nada de esto, al parecer, es tenido en cuenta por los padres de la Administración educativa en España. Primero dentro del sistema educativo español (siempre cambiante como la moda de cada primavera), primero, reitero, fue la denostación y rebaja del Latín, es decir, la esencia de nuestra cultura occidental, en favor, claro, de otros idiomas modernos que nos sirviesen para comunicarnos con el mundo mundial, no ya a través de las esferas pitagóricas, sino en los aeropuertos y dentro de los sistemas informáticos universales.

Después, la Música, es decir, el alma de las artes, la que cada año en España se ve en la necesidad de importar desde el extranjero con sueldos hipermillonarios tanto a gerentes de teatros como a escenógrafos, directores y músicos de orquestas, de coros y profesorado de conservatorios, o de escuelas municipales de música. Una necesidad, precisamente, acuciada por la rebajada consideración que desde siempre se viene prestando a la Música en nuestro solar académico en España.

Pero todavía hay más. Sí, claro, hay que seguir dejando hueco y pupitres vacíos (ahora se le llama "distancia social"), hueco para colocar ordenadores, o para regalar tablets y móviles a cargo del erario, tan útiles para whatsappear y colgarnos de las redes sociales como elefantes en la tela de una araña (que cantábamos de guajes). Por ello, y en base a los nuevos planes de estudios, las Matemáticas son ahora las que se arrinconan en el cuarto oscuro del Bachillerato.

Al fin y al cabo, qué más da cuando tu propio teléfono móvil es el que te saca al instante de cualesquiera apuros numéricos. Un clic, y todo arreglado.

Y es que tal parece como si los escolares de cualesquiera niveles académicos tuvieran como único objetivo el sobresaliente "cum laude" en todas las aplicaciones telemáticas inventadas o por inventar, obviando que también las disciplinas arrinconadas a las que me acabo de referir pueden ser contempladas y trabajadas desde estos medios tan modernos a los que, en cualquier caso, no seré yo quien les rebaje su valía como mecanismo profesional universal del presente y no digamos del futuro. Pero no vamos del todo bien si castigamos en el cuarto oscuro a las disciplinas que han ido forjando la base y la altura de nuestra cultura occidental, de la que somos hijos. Cada vez, qué pena, pareceremos más sus hijastros. Ya lo pagaremos, ya.

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