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Políticas baratas de anticipación para evitar rebrotes

Podemos ver el impacto masivo de políticas como las de Singapur o Corea del Sur en la reducción de el parámetro R, la velocidad promedio de expansión de la enfermedad, es decir, a cuantas personas puede contagiar un infectado.

Si las personas se someten a pruebas masivas, pueden identificarse incluso antes de tener síntomas. En cuarentena, no pueden contagiar a nadie. Si las personas están capacitadas para identificar sus síntomas antes, reducen la cantidad de días en azul y, por lo tanto, su capacidad de contagio. Si las personas se aíslan tan pronto como tienen síntomas, los contagios de la fase naranja desaparecen. Si las personas reciben educación sobre la distancia personal, el uso de mascarillas, el lavado de manos o la desinfección de espacios, transmiten menos virus durante todo el período.

Si con todas estas medidas todavía estamos muy por encima de R = 1, necesitamos reducir el número promedio de personas con las que cada uno entra en contacto.

Hay algunas maneras muy baratas de hacerlo como prohibir eventos con más de un cierto número de personas (por ejemplo, 50, 500) o pedirles a las personas que trabajen desde casa cuando así puedan hacerlo. Otras son mucho, mucho más caras, como cerrar escuelas y universidades, pedirles a todos que se queden en casa o cerrar bares y restaurantes.

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