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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Palma Central, ¿y la otra?

Dos décadas de gobierno del PP en Cort centraron la gestión municipal en los aledaños del Ajuntament, entre otras cosas porque los concejales no son de viajar mucho a bares alejados de sus despachos. La decoración cara pero hortera del cacareado casco antiguo se llevó a cabo en detrimento de barriadas periféricas que encima pagaban la fiesta, en justo castigo a su propensión a votar por las izquierdas. La llegada de un consistorio ultraprogresista iba a derramar bendiciones homogéneamente por toda la ciudad, pero el proyecto Palma Central vuelve a condenar a los suburbios en favor del territorio suecoalemán.

A raíz de la autopista de Llucmajor a Campos, me conmovió la pancarta en la segunda de esas localidades que prohibía a los no nativos pronunciarse sobre la carretera que deseaban, sobre todo teniendo en cuenta que los forasteros pagábamos la carretera que deseaban. Lo mismo sucede con el casco antiguo, donde el eje del programa es que Podemos desea garantizar aparcamientos a todos los suecoalemanes que han comprado pisos que los palmesanos no pueden permitirse. La última vez que visité Palma Central, la situación del tráfico no era más peliaguda que en mi barrio, cualquiera que sea.

Incluso para quienes respetamos la preeminencia de los suecoalemanes sobre los lamentables palmesanos de toda la vida, hasta el punto de alentar al exterminio de los segundos, cuesta entender que la prevaricadora reserva de plazas de aparcamiento a residentes no se propague a zonas miserables. Ni el PP se atrevería al clasismo de la izquierda bufa, decidida a que los barrios esmeradamente cuidados sean sufragados por los asquerosamente descuidados. Las calles privadas que proponen Podemos y sus secuaces forman parte del credo de Von Hayek, que no era marxista. Palma Central no ha hecho nada por la otra Palma, y solo demuestra la casta de Cort.

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