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Pilar Garcés

El desliz

Pilar Garcés

El cuento de Navidad de Óscar

Una ciudad gobernada por la izquierda asiste impasible al desahucio de un menor discapacitado y su familia, mientras se gasta 78.000 euros de dinero público en el encendido de luces navideñas

Empezó el año con el desahucio de una familia de Can Capas a porrazos de la policía por una deuda (no reconocida) de 160 euros de un recibo de la basura y acaba con el desahucio de una familia de Santa Catalina con un chaval en silla de ruedas, un palmesano que se llama Óscar y sufre una docena de enfermedades crónicas, en medio de un gran despliegue de los cuerpos de seguridad del Estado. Por si el Ibex 35 quiere comerse los turrones con tranquilidad, cabe subrayar que siguen gobernando los mismos, tres elecciones después: la izquierda. Que se calmen los mercados y el cardenal Cañizares, que aquí no va a ocurrir nada. Como mucho, otro par de cumbres del clima, que son un engorro que se acaba pasando como la gripe. Por lo demás, todo en orden. Los desgraciados permanecerán en el hoyo, y si quieren ver la luz deberán darse una vuelta por el centro y mirar los escaparates y las guirnaldas. Una ciudad de progreso como Palma se acaba de pulir 78.000 euros en cuatro chorradas iridiscentes para dar la bienvenida al black friday, 78.000 euros públicos fundidos en dos horas, pero no puede echar un cable a un crío discapacitado que se queda en la calle en vísperas de la Navidad, pagando el pato de decisiones más o menos afortunadas de los adultos. La solución es separarle de sus padres, o mandarle a otro municipio, aunque esté escolarizado en la urbe y no disponga de transporte. El Ayuntamiento "no ha constatado que la familia esté en insolvencia sostenida" y ahí se queda la cosa. Efectivamente, las situaciones complicadas exigen soluciones difíciles. Incluso más difíciles que encontrar en esta capital una casa arrendada con un precio que puedan pagar quienes tienen lo justo y sobreviven trampeando.

Nos dijeron que esta va a ser la legislatura de la vivienda, pero que me aspen si recuerdo en cuál de las tres campañas electorales. De momento, el ayuntamiento ha cancelado las ayudas al alquiler porque no sirven de nada, y el Govern se hace el remolón para pagar las suyas. Así acaba el año, con el portavoz de Stop Desahucios, Joan Segura, detenido por un presunto delito de atentado contra agentes de la autoridad por negarse a aceptar que esta rueda no hay quién la pare. Por fin se señala un culpable en todo este asunto, y se trata de un heredero de aquellos indignados hoy bastante aplacados sin razón aparente, y con suculentas dietas para sus propios y confortables alojamientos. Los lanzamientos de familias fuera de sus casas se siguen produciendo con las calles cortadas a cal y canto para evitar disturbios. Se intenta echar a una pareja muy pobre de un piso de protección oficial privatizado en Sa Gerreria por obra y gracia del infausto Jaume Matas porque no puede afrontar la subida de la mensualidad; se intenta echar a un jubilado de su hogar de medio siglo porque olvidó poner por escrito a su nombre el contrato cuando falleció su mujer. Tremendo.

Óscar y su familia no están al pairo porque una activista de Stop Desahucios les ha prestado alojamiento provisional, después de ser sacados a la fuerza de su casa. Suerte de la compasión, la generosidad, o incluso de la caridad, mientras llega la justicia social, que se está haciendo esperar demasiado. Para mí que es un espejismo como el que vio la pobre pequeña cerillera del famoso Cuento de Navidad que nos ha hecho llorar a todos alguna vez.

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