Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Marga Vives

Por cuentas propia

Marga Vives

Segundas oportunidades

Si quieres una segunda oportunidad tendrás que hacerte a la idea de que antes te tocará fracasar. Porque las segundas partes son esto; el intento de recomponer los restos de un naufragio, la necesidad repentina de recuperar algo que quizás no apreciaste mientras lo tenías. Casi siempre son fruto de un error de cálculo. Por eso cuando das una nueva oportunidad a algo o a alguien sabes muy bien que ya no acudes a este compromiso libre de prejuicios y que no piensas pecar de ingenuidad. Nunca seremos tan felizmente ignorantes como en nuestra primera vez.

La vida está llena de gente que busca su ocasión como quien busca su encaje en el mundo. Lo hacen los jóvenes cada vez que se enfrentan a un jefe de recursos humanos de una empresa, el parado de cuarenta y pico que todavía confía en dejar de trabajar a trompicones, los extranjeros que se suben a una patera para huir de la miseria de su país, la mujer que consigue fugarse de la cárcel del maltrato, el enfermo que se resiste a morir y, por supuesto, en el amor y en el afecto las oportunidades van y vienen, las pedimos o las vamos repartiendo, y ni una cosa ni la otra son fáciles de administrar; se necesita tener agallas, por eso a veces perdemos ese tren. No siempre tienes suerte de que te dejen volver a probar, ni el cinismo para pedirlo.

Se dice que estas elecciones le han dado una segunda oportunidad a Pedro Sánchez. No es verdad; es la primera, porque a la anterior prefirió no jugarse ninguna carta. Sin saber nosotros todavía cuál era su as electoral, cuando aún tratamos de descifrar el laberinto de los resultados del domingo, antes de que sesudos analistas y mordaces expertos nos digan qué es lo que tenemos que creer que le pasó por la cabeza al presidente en funciones, éste monta en un par de minutos una función teatral impecable para escenificar de repente la conciliación de lo que parecía irreconciliable. Ninguna riña sentimental se ha pacificado con tanta brevedad y sencillez. ¿Dónde han quedado los reproches que hace solo unas semanas se empeñaban en lanzarse él y su ahora socio Pablo Iglesias? ¿Qué ha cambiado en estas menos de 48 horas que transcurrieron después de la noche electoral y hasta el anuncio del preacuerdo entre ambos? ¿Cuándo estaban interpretando y cuándo nos dicen la verdad? ¿Se odian o se quieren?

La relación apasionada entre ambos líderes anticipa que será complicado que sus perfiles tendentes al protagonismo naveguen plácidamente por el océano de una legislatura, y que lo complicará todavía más la dependencia de un espectro político tan atomizado. Pero al fin, unas elecciones de más después, se ha entendido que el bipartidismo ya no es real ni corresponde a lo que quiere la gente, y que la composición política de las Cortes que han surgido de estos comicios sí representa las sensibilidades e identidades territoriales, incluso el ascenso de Vox, que merece un análisis muy serio. Lo que sí les ha quedado claro a los dos líderes de PSOE y Unidas Podemos es que sus techos electorales solo pueden bajar; sus caladeros de votos por ahora no dan más de sí y pueden estar satisfechos de que la indignación de muchos electores ante estos nuevos comicios no haya elevado más la abstención. Les toca gobernar y no será fácil. El mapa postelectoral, más allá de las alianzas que ahora se requieran para formar gobierno, necesita una reflexión con calma, porque las acciones políticas de toda la legislatura deberán tener en cuenta esa geografía. No es una segunda oportunidad, aunque les hará falta la misma valentía.

Compartir el artículo

stats