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Vía libre

Miguel Vicens

La lección política de un dinosaurio

La violencia desatada en las calles de Barcelona resulta injustificable desde cualquier punto de vista y simboliza un enorme fracaso político y social que tendrá graves consecuencias colectivas, porque pospone cualquier solución al conflicto catalán. Resulta indefendible incluso desde la lógica indignación que la sentencia del Tribunal Supremo ha provocado en una parte de la sociedad catalana. Y es asimilable a una derrota global porque devuelve el debate, es un decir, a los extremos, a los enemigos irreconciliables, al discurso del odio y a la negación del rival político, tras casi un año de cierta distensión con el Gobierno de Pedro Sánchez, tan criticado precisamente por esta cuestión. La ultraderecha de Vox sube en las encuestas en cuanto ve resoplar a la gran ballena del independentismo y los soberanistas catalanes prometen reincidir en el camino de la ruptura animados ahora por las multitudinarias movilizaciones. En este callejón sin salida, un gran dinosaurio político, Felipe González, llega a Mallorca directamente del pasado y en un discurso lúcido y sin papeles pronuncia la palabra mágica que ha hecho avanzar a las sociedades democráticas desde las revoluciones industriales, procurando a la vez el progreso social, las libertades individuales y el avance económico. La palabra es moderación, virtud política que nace de la clase media y promueve el pacto con el rival antes que el enfrentamiento. La verdad no es un absoluto, carece de dueño. Si así lo entendemos no hay tsunamis democráticos posibles, ni aplastamientos del rival. Se avanza desde el pacto y la renuncia. No hay otra vía.

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