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Dándole vueltas...

No todo vale

No es compatible el éxito de famosos en sus campos profesionales con lucrarse vendiendo ruina y dolor para muchas familias

Este fin de semana en Madrid ha tenido lugar, según los medios de comunicación, la mayor manifestación que se conoce hasta la fecha contra las casas de apuestas.

Diferentes asociaciones vecinales, así como plataformas de personas que han tenido que afrontar y enfrentarse a problemas derivados de la ludopatía, fueron los artífices de que aproximadamente 1.500 personas se manifestasen en la capital.

Leyendo, leyendo€ veo cómo la palabra 'plaga' aparece en muchos medios y es que en los últimos años en Madrid se han abierto 385 locales de estas características. Un poco plaga sí que parece.

Y como siempre, ante una cuestión tan incipiente como esta y en el fondo tan, tan antigua, hay muchos que niegan la evidencia, otros que minimizan las consecuencias y muchos que se enriquecen y sacan partido del auge de esta 'moda', por llamarle algo.

Y algunos nos hacemos eco de esto para rebajar el umbral de tolerancia que nuestra sociedad tiene al respecto. Y la pregunta que yo me hago mientras le doy vueltas es la siguiente: ¿seremos unos exagerados aquellos que, como yo, ponemos el foco en el peligro que conlleva no hacer nada?

Sinceramente creo que no. Ni exagero yo, ni exageran todas aquellas y aquellos profesionales que desarrollan su labor en alguno de los campos de trabajo de las adicciones o de los servicios de salud mental o de los servicios sociales, por citar solo algunos contextos en los que esta problemática es detectada cada día.

Para abordar el tema de la ludopatía y sus consecuencias debemos hacerlo desde la perspectiva de entender los diferentes grados de vulnerabilidad que hace que frente a una misma exposición unos nos libremos y otros tengan todos los números para que les toque el gordo, si me permitís usar esta expresión que conecta tan bien con el tema que nos ocupa.

Y la vulnerabilidad tiene muchas caras, muchas edades, muchos orígenes, muchas patologías duales asociadas, muchos sucesos vitales que las provocan. Tanto es así que ninguno de nosotros está exento de poder sufrirlas. No hay vacuna contra esto y desde luego no creo que en breve la haya. Así que la respuesta social que tenemos que dar debe ir por otro lado.

Pero de todas las vulnerabilidades posibles la que a mí me preocupa especialmente es la que está relacionada con los menores de edad.

Como madre, porque tengo hijos que han crecido viendo normal gastar dinero en Internet para comprarse un pase de batalla, por ejemplo. O que ven los previos de los partidos de fútbol en los que parece que apostar es lo normal. A mis hijos no le parece raro a priori, y a los vuestros tampoco.

Nos toca a nosotros enseñarles otra mirada.

Y como profesional porque en el Cepca atendemos a menores que nos refieren cómo entran en espacios reservados para estos menesteres. Espacios reservados para los mayores de edad, como si esa mayoría de edad fuese una vacuna contra el riesgo.

Y si bien es cierto que no existen vacunas, hay cosas que podemos hacer desde las familias. Lo primero, ser un buen ejemplo, lo segundo enseñadles a reconocer los riesgos, lo tercero enseñadles y acompañadlos en una buena gestión del tiempo libre, del ocio, del saber disfrutar. Y lo cuarto, seguid cuidando la calidad y la calidez de la comunicación con ellos. Porque las adicciones se alimentan de silencios, crecen en la soledad y se hacen fuertes con el paso del tiempo. Una buena comunicación nos hará detectar un problema antes, y eso siempre incrementa las posibilidades de éxito en la extinción de la conducta.

Y a mí ya solo me queda afear la conducta de los famosos, famosillos y famosetes que se prestan a publicitar estos espacios, estas webs... Como si de cereales para el desayuno se tratase. Entre ellos, grandes deportistas, ídolos de los más pequeños que deberían conformarse con seguir vendiendo camisetas, coches o relojes.

La responsabilidad social que deberían asumir pasa por que les hagamos entender que no es compatible su éxito en sus campos profesionales con el lucrarse vendiendo ruina y dolor para muchas familias.

Y es que€ ¡no todo vale!

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