La lucha por los derechos de la mujer ha inundado tan masivamente las comunicaciones que, lamentablemente, se corre el riesgo de que las reivindicaciones trascendentes que en muchas sociedades amenazan seriamente la calidad de vida de millones de mujeres se banalice o pierda credibilidad. Ya ha sido señalado que en nombre de #MeToo se han cometido excesos, incluyendo el considerar culpable a todo acusado, condenando a priori a todo "sospechoso de ser sospechoso", como diría Bertolt Brecht. Muy recientemente personajes públicos como Woody Allen o actores como Kevin Spacey, a los que, finalmente, no se ha probado culpabilidad alguna, han sufrido escraches y juicios mediáticos que dañaron grave e irreparablemente sus carreras.

Sin embargo, en el último año dos mujeres, la actriz y modelo japonesa Yumi Ishikawa, y la actriz inglesa Nicola Thorp, han sido protagonistas lúcidas y valientes de una lucha reivindicativa que pese a tener menor visibilidad mediática y social es de gran trascendencia para el avance de los derechos de la mujer.

A los ojos de cualquier occidental resulta incomprensible la forma en que hombres y mujeres de algunos pueblos que habitan las selvas amazónicas deforman dramáticamente sus facciones mediante la dilatación de labios y orejas. Sin embargo, un adminículo tan caprichoso, incómodo, limitante y causante de patologías como son los tacones, está tan sólidamente fijado a nuestros patrones de belleza femenina que, como ahora veremos tiene, en muchos casos carácter obligatorio.

La batalla de Yumi Ishikawa la llevó a enfrentarse con Takumi Nemoto, el ministro de Salud y Trabajo de Japón, quien se resistía a quitar una norma existente en gran parte de organismos públicos y empresas que obliga al uso de tacones. La modelo japonesa inició una campaña que logró 20.000 firmas para una petición al Gobierno reclamando la libertad de las trabajadoras de elegir su calzado. Consiguió crear la etiqueta #KuToo que combina " kutsu" (zapato) y " kutsuu" (dolor) en japonés mientras también referencia a #MeToo.

Gracias a su lucha, actualmente cada vez son más las empresas o entes públicos que dan mayor libertad de atuendo a sus trabajadores por motivos de comodidad. Esto ha beneficiando también a los hombres, al permitirles desprenderse de chaquetas y corbatas e ir a trabajar con zapatillas deportivas.

La otra heroína, Nicola Thorp, fue noticia hace dos años al hacer público su despido como recepcionista de Pricewatherhouse Coopers, una de las multinacionales de servicios más grandes del mundo, por negarse a llevar tacones, lo que fue interpretado como contravención del mandato de "aseo personal femenino"

Nicola realizó una petición en línea que consiguió 110.000 firmas en 48 horas consiguiendo el apoyo de los medios y de varios miembros del Parlamento británico.

Dos comités parlamentarios encargados de investigar el asunto concluyeron que la empresa que había presionado a Nicola Thorp para que use tacones había violado la ley y tuvo que reescribir su reglamento como consecuencia de que ella presentara su queja. Sin embargo, la cuestión dista mucho de estar zanjada.

Un ejemplo que demuestra que no basta un cambio de normativa es la lucha contra el flagelo del tabaco causante en España de 52.000 muertes anuales según datos de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC). El haber impuesto a las tabacaleras la obligatoriedad de añadir la advertencia "el tabaco mata" y la prohibición de fumar en espacios públicos cerrados no solo no acabó con la adicción sino que se ha detectado un aumento del consumo en adolescentes.

Otro ejemplo que hace difícil ser optimista respecto a los tacones es que la fuerza de la necesidad de gustar, cueste lo que cueste ha llevado a un aumento exponencial de los tatuajes, una práctica autoagresiva que daña irreversiblemente la piel, como lo advierten los informes dermatológicos.

En el caso de los tacones, los estudios informan de una fuerte incidencia en desviaciones posturales, artritis y artrosis de rodillas y cadera, retracciones de musculatura, esguinces, tendinitis y una larga cadena de horrores.

Pese a ello, la imperiosa necesidad que tenemos los humanos de ser mirados, reconocidos y deseados es tan poderosa que puede con toda lógica.

Si hacemos una analogía con la informática, el instinto sexual es como un disco duro de fábrica que supone que todos tenemos una base neurohormonal que genera excitaciones y que dirige nuestra mirada hacia la búsqueda de un objetivo. Por ejemplo chico busca chica.

Pero ese hardware es "configurado" por las experiencias tempranas y resulta escasamente modificable una vez fraguado. Justamente ese fraguado hace que difícilmente cambie el hecho de que muchos hombres, y también las mismas mujeres de la sociedad contemporánea consideren que son más hermosas, elegantes y sexualmente atractivas subidas a unos tacones y cuanto más altos mejor.

Y esto es así hasta tal punto que las chicas que salen de marcha suelen llevar el incómodo "atuendo de ligar" aparte para cambiarlos por zapatos normales cuando el evento ha terminado. En el cuento de Cenicienta, la clave en la conquista del príncipe son los zapatos de cristal con tacones. Cenicienta ha de salir corriendo antes de que la ilusión se desvanezca y el príncipe descubra su verdadero aspecto. El mensaje no podría ser más claro. La que quiera un príncipe? a subirse a los tacones, cueste lo que cueste.

Ni lerdos ni perezosos, los diseñadores de Swarovsky han sacado una edición limitada de 400 unidades de un modelo a escala del mítico e icónico zapatito por la friolera de 1.795 euros.

Sin embargo los psicólogos consideramos que los logros de Yumi y Nicola tienen fuera de toda duda un incuestionable valor profundo y estructural. Ellas han conseguido que el uso de los tacones sea una elección y no una imposición. Eso significa cambiar el status de la mujer de objeto por el de sujeto, que es donde radica la dignidad de un ser humano libre.

Al igual que en gramática donde el sujeto es el que protagoniza la acción, el sentido de la vida depende de ser protagonista en base a los deseos y decisiones propias.

De hecho, el psicodiagnóstico de las personas que padecen estados depresivos, falta de ilusión y ansiedad suele revelar que la iniciativa propia está relegada a satisfacer o complacer a otros. Cuando eso ocurre la psicoterapia consiste en mejorar el registro de las necesidades propias para tomar las riendas de las decisiones.

Estas dos mujeres han logrado, además, dar visibilidad a un hecho que supone una forma de violencia y degradación como es el imponer a las mujeres la condición de fetiche erótico por sobre su valores profesionales. Los argumentos de los defensores de la exigencia lo comparan con la exigencia del uso de corbata en los hombres, lo que es una falsedad puesto que los tacones tienen una connotación que va más allá de la mayor o menor formalidad y que se relaciona a la erotización de la imagen. Que las mujeres puedan decidir cuando y como asumir el costo de una incomodidad en función de la seducción es feminismo del bueno.

Es importante destacar que nada de todo esto condena, ni la seducción ni el erotismo siempre y cuando dependa de la voluntad de cada uno.

Parafraseando la actitud de Jesús podríamos decir que el esté libre de fetichismo que tire la primera piedra?