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Bernat Jofre

La lucha contra la contaminación, cuestión política y económica

Hace unos días pude asistir a una de tantas cenas que van poblando el estío mallorquín. "Tumbet", "Binissalem" tinto, "Muscat" de Ribesaltes y una brisa que alargó la tertulia hasta más allá de lo aconsejable. El marco, de lujo: una de las pocas possessions con torre de defensa y tafona intactas.

Los contertulios,de excepción. Todos brillaron con luz propia en lo que se ha denominado "transición". Gente con experiencia y criterio. En un momento dado alguien sacó a la mesa el tema del verano: los cruceros, su responsabilidad absoluta en cuanto a la masificación de Palma y ulterior contaminación.

En cuanto a la primera, si bien aceptada como evidente, sí fue relativizada. "El mal no son dos mil visitantes en dos horas por Canamunt, el problema es que en Canamunt viva diez veces más población que a principios de S.XX". Es decir, la sobrepoblación que azota la Riviera italiana y Costa Azul francesa ha llegado a Balears. Con un problema añadido: aquí el espacio es finito. No tenemos la Saboya para expandirnos. Uno de los comensales más viajados remachó diciendo que si no se pone freno a la situación, Hong Kong y la estampa de sus Iglesias rematadas por autopistas no está tan lejos...si esta legislatura no se empieza a utilizar el denostado Impuesto de Turismo Sostenible para planificar la Mallorca y Baleares de los próximos siglos. Esto es, modificando las bases que hacen posible la actual dispersión de recursos. Para centrarlos todos en la ampliación e instalación si cabe de una auténtica red ferroviaria que uniera las principales poblaciones del Pla, Raiguer, Migjorn, Llevant i Ponent de la isla. Así como la ansiada Ciutadella-Mò. Muy probablemente así la sensación de agobio disminuiría en Baleares. La idea gustó entre el auditorio: todos por edad habían sido usuarios de los trenes de Santanyí, Campos o Felanitx. Cien millones de euros ( última recaudación del Impuesto ) al año parecía una cifra más que asumible para poder tener una red decente de transporte sostenible y público en poco tiempo.

Faltaba profundizar en la otra ecuación de la noche: ¿son los cruceros los responsables de la contaminación ambiental de la rada de Palma? Aquí hubo unanimidad: no tan sólo ellos. Es el tipo de buque que puede contaminar más por unidad. Pero no por tipología que surca las aguas de Baleares: son los mercantes, mucho más numerosos y desde hace mucho tiempo habituales de nuestros puertos. Alguno de ellos casi tan grande en eslora como un crucero. Gastan el mismo tipo de combustible que los barcos dedicados al tráfico de personas. Con un agravante: demasiadas veces protagonistas de lavados de sentinas clandestinos en alta mar. ¿Conocen esta casuística las organizaciones ciudadanas y ecologistas? Si, así es. ¿ Por qué la callan? "Porque es más fácil ir con la corriente que decir toda la verdad", vino a decir una voz femenina con mucho mando hasta no hace mucho.

Se comentó la posibilidad de establecer Baleares como Zona de Exclusión Atmosférica. Como demostraron los escandinavos hace menos de una década, las voluntades soberanas en pos de un planeta más limpio van muy por encima de los contratos con las Autoridades Portuarias locales. Como dijo muy serio un abogado aún en ejercicio, "no conozco ningún operador que supedite su presencia en un destino al combustible que puede emplear para llegar a él".

Quien presidía la mesa habló entonces: "tot això pot tenir solució...si na Francina vol". Como enseguida fue preguntado por el acertijo, con celeridad lo resolvió: "la solució la començarem a veure amb el nomenament del President de l'autoritat portuària. Si és nou, podríem pensar en respirar en un parell d'anys. Si no, pensau en vendre els vostres pisos del Passeig Marítim, ara que encara se cotitzen". Hizo una pausa: "i tan sols ella pot dur en aquest moment el tren a Part Forana, de Peguera a Artà. Però ho ha de voler...i si els seus la deixen. Que estaria per veure".

No eran malas reflexiones. Ni desacertadas. Colofón perfecto para una noche mágica. Y es que la lucha contra la contaminación es una cuestión meramente de recursos económicos y voluntades políticas. No de bonitos discursos.

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