El nuevo Govern de Francina Ar mengol comienza a andar. Salvada la crisis de Més con un juego de equilibrios que hacen dudar de la eficacia del mero reparto de cargos como única solución adoptada, la presidenta ha podido cerrar gabinete y poner nombres y apellidos a los compromisos firmados bajo la torre del homenaje de Bellver.

De este modo, el Govern, con una pronunciada impronta personal de la líder socialista, se presenta ante la sociedad balear con una imagen que bascula entre la continuidad, los experimentos de un organigrama innovador y la necesidad política de contentar a todos en la distribución de cargos y competencias. Por eso mismo, el Ejecutivo Armengol es ahora mismo una incógnita que obliga a estar atentos en cuanto a sus movimientos efectivos y su solvencia en la gestión.

Llama la atención el excesivo peso de algunas conselleries y la ligereza de contenido de otras, aparte de una redistribución de funciones y competencias entre una confusa proliferación de direcciones generales y secretarías de nuevo cuño. Que un Ejecutivo con pesos pesados experimentados fiche a 33 nuevos altos cargos y asesores, significa que algo ha fallado y que ha primado la contribución política por encima de la práctica resolutiva.

Francina Armengol se ha asegurado la continuidad, con respecto a su Govern anterior, en las áreas fuertes. Mantiene a los mismos consellers y consellera en Sanidad, Educación y Movilidad y Vivienda. El mayor peso de Iago Negueruela con una macroconselleria que incorpora Turismo no ofrece lugar a dudas y revela varias cosas: que la presidenta no desea sobresaltos, que la gestión de Més en Turismo ha fracasado y que el sector logra su objetivo de apartar a los econacionalistas del departamento. Pero también plantea serias incógnitas sobre la posibilidad efectiva de gestionar al tiempo el primer sector industrial de Balears, Economía y Trabajo, sobre todo cuando llega el momento de definir y ejecutar, cupos incluidos, el verdadero modelo turístico que el Pacte de Bellver quiere para Balears.

Miquel Mir asciende a Medio Ambiente, conselleria de la que ya era director general, como fruto de la crisis de Més. Y en el mismo proceso, Fina Santiago da continuidad a su reconocida solvencia en Asuntos Sociales.

Las principales innovaciones vienen de la incorporación de Podemos a una gestión autonómica que hasta ahora solo había llevado a la práctica en el Consell y Cort. Como vicepresidente del Govern, a Juan Pedro Yllanes le corresponderá desplegar los reglamentos de la lucha contra el cambio climático legislados por el primer Govern Armengol.

Mae de la Concha llega a Agricultura apagando sin "sectarismo" el primer fuego ocasionado con los recelos de Més al ver que confiaba en Mateu Morro como pieza clave del departamento, otra prueba de que la crisis ecosoberanista se ha cerrado en falso.

El nombramiento de la hasta ahora delegada del Gobierno, Rosario Sánchez, para Hacienda, la destapa como un valor en alza dentro del PSOE pero también le obligará a demostrar su verdadera capacidad de solvencia en el momento de hacer efectivo lo conseguido por el Govern anterior en cuanto al REB y sobre todo, para negociar su parte fiscal que todavía queda por resolver.

Con la continuidad de figuras como Martí Marc, Pilar Costa, Patricia Gómez o Marc Pons, el segundo Govern Armengol espera obtener los frutos de lo sembrado en la etapa anterior, pero la situación política de los socios y las novedades de distinto calado introducidas obligan a concederle un margen de confianza y a estar atentos en relación a su verdadera operatividad.