El mayor éxito ecológico de Balears no es la creación del parque marítimo-terrestre de Cabrera, sino la entrega de su gestión al Govern hace exactamente diez años. No importan las acusaciones de que sirvió de coto privado a los ecologistas, y más adelante de cortijo náutico de Biel Company and friends. De ahí que la ampliación de la superficie protegida en 80 mil hectáreas fuera más trascendental que el REB difunto, y sin duda la intervención más importante de Sánchez en su despreciada Mallorca. Hasta que se descubrió que escondía otra estafa del Régimen.
La letra minúscula de la generosa ampliación restituye el conjunto al Gobierno. Cabrera es para los madrileños, toma recentralización territorial.
La devolución de competencias podría atribuirse a un residuo imperial o a la abulia burocrática de los ministerios, pero la realidad siempre supera a las hipótesis más descabelladas. Se persigue colocar al frente a altísimos cargos madrileños con pasaporte mallorquín. Por no hablar de los científicos madrileños o madrileñas con residencia en Mallorca, en un hermoso ejemplo de "me han puesto un parque al lado de casa". Estaremos vigilantes de la playa.
Joan Fageda era alcalde de Cabrera cuando soltó en un mitin, en brazos de Norma Duval, que los socialistas robarían hasta el carro de Manolo Escobar si seguían en el poder. En su descargo, hablaba antes de que se escribieran las obras completas de la corrupción de los populares. Madrid nos expolia implacable y sistemáticamente, con independencia de la ideología reinante, pero apropiarse de un archipiélago entero de 900 millones de metros cuadrados requiere de artes de piratería que los berberiscos repudiarían por salvajes. Y como no pueden empaquetarlo para llevárselo, se mudan entre nosotros para disfrutar del paraíso marítimo-terrestre. En Madrid ya hay playa, vaya vaya.
