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Boulevard

El dueño de La Residencia paga la nueva Notre Dame

La familia del magnate francés Bernard Arnault ha prometido doscientos millones de euros para la restauración de Notre Dame, sin imponer forzosamente que un luminoso de Louis Vuitton presida el templo parisino. En relación a la fortuna del emperador del lujo, la donación equivale a que alguien como usted con cien mil euros en el banco o eso espero ofreciera doscientos euros a secas, una cuota bianual de Greenpeace cuando tenía sentido pagarla.

El resto de España ha de conformarse con admirar la munificencia de Arnault desde lejos, en su papel de propietario de un catálogo donde figuran Dior, Givenchy y todas las marcas que usted no puede comprar. Sin embargo, en Mallorca es un vecino más, desde que el año pasado incorporó La Residencia de Deià a la lista de su cadena Belmond de establecimientos de lujo. Es superfluo añadir que el hotel donde entrevisté a lo largo de una tarde entera a Richard Branson es la única pieza española del selecto grupo. Si la isla atrae con idéntica fuerza a hooligans y Reyes, no debe haber tanta diferencia entre ambos.

La siempre provechosa excursión por la villa arruinada en honor del venerable Robert Graves me permite deshacer algunas confusiones sobre el Immobilien de lujo. Un año atrás, se incendiaron las redes con la presunta compra de un palacete palmesano a cargo de Michael O'Leary. Resulta curioso que la catarata de informaciones contradictorias olvidara que el consejero delegado de Ryanair posee una destacada finca en un privilegiado valle de Deià. De Irlanda a Mallorca, en el mismo paraje montañoso se asienta la creadora de la marca británica de moda Karen Millen, otra recién llegada al territorio Swarovski.

En la imagen que hoy nos ilustra, nadie ignora que Berlín es una de las ciudades más primitivas y atrasadas del planeta. Solo así se explica la pequeña manifestación allí montada por el grupo Expropriate Deutsche Wohnen and Co, en demanda de una expropiación masiva de viviendas para alquilarlas a los berlineses. En una de las pancartas anarquistas se leía que "La ciudad nos pertenece". Suerte que en Mallorca somo más civilizados y no nos dejamos arrastrar por los arrebatos emocionales de los países anticapitalistas. Aparte de que no tenemos un problema de vivienda.

Me pasé el Viernes Santo degustando el ilusorio Proyecto de Reindustrialización de Cemex en Lloseta. Sintetiza la amenaza para Mallorca del Decreto-Ley de "proyectos industriales estratégicos", aprobado por el Pacto de Progreso con el ambicioso objetivo de liquidar de una vez el campo mallorquín. Sin estudios de impacto medioambiental, en suelo rústico, con acceso ilimitado a subvenciones.

El Decreto industrial es terrorífico en las manazas de la izquierda, apocalíptico en las garras de la derecha. En la antigua planta cementera, no se especifican el plan de financiación, el estudio de viabilidad, ni la procedencia de las subvenciones. La guinda es la muy gaseosa planta de producción de hidrógeno.

Recuerden dónde leyeron antes que Oriol Bonnín sería votado honoris causa por la Universitat, que dio una lección de elegancia al doctorar unánime por partida doble al cirujano de los mil corazones. El médico que ha consagrado su vida a Mallorca sufrió aquí la violencia bárbara, que pretendía dañarle las manos que compendian su arte. Reaccionó con la ejemplaridad que ha dirigido su trayectoria profesional, en aquellos momentos nadie hubiera apostado por un premio que sirve también de restitución. Quién se acuerda de sus agresores.

La más sentida enhorabuena a Carlos Enrique Bayo, por su serie de reportajes en publico.es sobre la famosa banda musicovocal Cursach y sus Notarios. Sin duda servirá de embrión a un magnífico libro, así como a una teleserie que se disputará Netflix y superará en audiencia a Fariña. Vean Dobles vidas, si les gusta el cine muy hablado y Juliette Binoche (55).

Reflexión dominical apalabrada: "Lee solo a escritores que no tengan perfiles en las redes sociales".

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