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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

Casado se queda, Company no sabe

El presidente del PP advierte que aun quedándose con una escuálida cosecha de escaños no dimitirá. Es un anuncio de que lo ve negro. Su subordinado en Mallorca no abre la boca al respecto

Entre desbarre y desbarre, desde el círculo pretoriano de Pablo Casado se ha dejado caer que no entra en los planes del líder dimitir si el día 28 se materializa el amenazador ectoplasma que proclaman las encuestas: el PP por debajo de los 90 e incluso 80 diputados. Una tragedia homérica; más bien bufa, postrera herencia de los años de Mariano Rajoy, aunque Casado ponga a diario todo lo que está a su alcance para agrandarla. Aguardemos al desenlace, porque el andaluz sigue presente. La carambola es factible; a ella se aferra, ya a la desesperada, la dirección del PP, que, por si acaso, ha enviado a las tinieblas exteriores toda competencia interna. Un desenlace tan patético como el que trasladan la mayoría de los sondeos, no solo el del vituperado Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), tal vez sea excesivo para las ansias del joven Casado de parapetarse en el cargo cuando las aguas del diluvio aneguen el partido. Mientras aguarda a que llegue el día 28 se suceden las desgracias encarnadas en declaraciones peor que desafortunadas. Lo del salario mínimo es una más de la completa exhibición de despropósitos que adornan al candidato del PP a la presidencia del Gobierno.

Para colmo, Casado anda sobrado de figurantes que compiten con él en el diario desatino. Archivada la de Suárez Illana, llega la de Isabel Díaz Ayuso, la candidata a la presidencia de la Comunidad de Madrid, y, cómo no, aquí, en Mallorca, Biel Company, a rigurosa dieta de vocabulario adecuado, despacha el comentario sobre la encuesta del CIS afirmando que Tezanos iba bebido. Una brizna de sofisticación puede demandarse a quien preside el partido que ayer era hegemónico en Balears y ahora aspirante, uno más, a hacerse con el poder autonómico, compartido con quien acepte repartirlo; o sea: Vox y Ciudadanos quedando a la espera de lo que tenga a bien decidir El Pi. Company no ha abierto la boca para anunciar que se quedará si el 26 de mayo el desastre adquiere envergadura de relato bíblico. Es probable que lo ignore y prefiera no anticipar si está dispuesto a dejarse apiolar.

Pablo Casado afirma que ha ganado el congreso de su partido, que ha sido votado mayoritariamente por los militantes, lo que le habilita para continuar por mal dadas que vengan las urnas; no es cierto: los militantes votaron mayoritariamente a Soraya Sáenz de Santamaría. Casado obtuvo la presidencia pactándola con María Dolores de Cospedal, que, apeada por los afiliados, puso sus compromisarios a disposición de Casado para vedarle el acceso a la dirección a Sáenz de Santamaría, por la que siempre sintió furibunda animadversión, fraternalmente correspondida.

Lo evidente es que las constantes torpezas de Casado, su deslizamiento hacia los campamentos de la derecha extrema (caritativo eufemismo para no llamar a las cosas por su nombre: extrema derecha, porque aquí sí que el orden de los factores altera el producto), están generando notable alteración en el PP. No todos aceptarán mansamente la continuidad de Casado si las urnas son tan esquivas como temen. El 28 de abril se abrirá la batalla de las elecciones municipales, autonómicas y europeas, que tienen la fecha fijada el 26 de mayo. Un desastre el 28 de abril tendrá un pavoroso efecto arrastre, en el que no querrán inmolarse sin resistencia los que aspiran a seguir en cargos públicos o a conquistarlos. Ese el es caso de Biel Company. Otro de sus numerosos problemas es que ha perdido todo atisbo de autoridad. Los candidatos del PP a las presidencias de los consells de Eivissa y Menorca le han dejado desnudo: compatibilizarán el cargo con el de diputados en el Parlament. Company se negaba. No ha podido mantener el principio de autoridad que siempre se les supuso a los máximos dirigentes del partido de la derecha conservadora. Ni tan siquiera resta tal consuelo.

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