Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Norberto Alcover

En aquel tiempo

Norberto Alcover

Palabras de Semana Santa

"Europa se ha olvidado de llorar", una frase entre certera y lapidaria, al comentar el papa nuestra reacción ante el caos mortal de la inmigración

La entrevista de Jordi Évole al Papa Francisco no llenó mis expectativas. Todavía me pregunto la razón por la que el líder católico aceptó una situación tan extraordinaria en una cadena televisiva que sistemáticamente trata el hecho eclesial católico con un menosprecio antológico. Y todavía más me desconcierta que fuera Jordi Évole quien llevara la voz cantante, conocido como es por su desafección religiosa, demostrada después al perderse en los laberintos que un personaje como Bergoglio representaba: fue incapaz de introducir la menor materia en profundidad más allá de las preguntas de rigor, por la sencilla razón de que estaba fuera de lugar para tal tarea periodística. Y Francisco, que descubrió su incapacidad de fondo, acabó por llevarla a su terreno, hasta veinte últimos minutos de absoluto aburrimiento televisivo. Todavía me pregunto como se pudo desperdiciar una hora que pudo haberse convertido en un hit mediático. Y no encuentro una respuesta convincente. En fin. Solamente mi estrecha vinculación a Francisco y el contenido de algunos momentos de la entrevista, que inmediatamente comentaré, impiden alargarme más en este inicial comentario a este texto, que lleva el título que lleva.

Pero, de cara a la Semana Santa que se avecina, permítanme algunas reflexiones sobre este tiempo cristiano desde la entrevista comentada. Y la primera es recuperar "el estilo femenino en la Iglesia", detalle en el que Francisco insistió una y otra vez a raíz de las preguntas de Évole sobre la Iglesia y mujer. Todas las narraciones posicionales de estos días están llenas hasta rebosar de presencias femeninas, que proyectan unos matices peculiares sobre momentos tan duros y sin concesiones. María, la madre, siempre está presente. Sus parientes y amigas, también Magdalena recibe la persona de Jesucristo tras la resurrección, sin presencia masculina alguna. El misterio del sepulcro vacío se comunica a un grupo femenino. Como si los evangelistas pretendieran primer el rol femenino en este momento crucial. Allí estuvieron María madre, María de Cleofás, María Magdalena, junto al jovencísimo Juan y a dos amigos personales del señor Jesús, José de Arimatea y el interrogante Nicodemo. Ellas recogen el cuerpo mortal de Jesús de Nazaret, ellas lo cubren de besos y vendajes, ellas le velan hasta que se cierra la piedra del sepulcro. Con su presencia "hacen teología del servicio" pero también del "amor incondicional", y se erigen en maestras de espiritualidad para siempre. Estilo de mujer, en palabras de Francisco.

"Europa se ha olvidado de llorar", una frase entre certera y lapidaria, al comentar el papa nuestra reacción ante el caos mortal de la inmigración sobre todo en el Mediterráneo. Hace tiempo, Europa lloraba por sus propios migrantes, después se dejó impresionar por los nuevos descartados, ahora mismo nos molestan, nos invaden, nos parecen peligrosos. Si llegan, los devolvemos en silencio. Si se quedan por el camino, o por la mar, se convierten en muertos olvidados a los que nadie llora. Somos insensibles bajo capa de "desinformación mediática" o de "silencio asesino". Contemplar a este Jesucristo como inmigrante en la tierra después de haber emigrado de la gloria de Dios. Hecho en todo igual a nosotros menos en el pecado. Como dice Francisco, solamente lloramos por los que nos falta, y en general nos falta casi nada para ser felices. Europa vaciada de sollozos ante la muerte.

Y una tercera frase llama a nuestra puerta: "Las tendencias no son pecado", a raíz de la situación homosexual. El problema es como procesamos cada uno de nosotros tales tendencias, si entregamos nuestra libertad está la tendencia pura y dura sin someterla a un análisis profundo de su naturaleza y de sus consecuencias. Jesucristo en su pasión y muerte, tiene una tendencia normal a escaquearse del dolor y de la muerte, y clama a su Padre. Pero es capaz de reconducir la hasta convertir la tendencia rebelde en obediencia asumida. Y de esta manera, la originalidad del amor puro y duro, convierte el egoísmo humano en proceso de salvación histórica. ¿No estaremos ninguneado la responsabilidad de la libertad para someternos a las tendencias más deshumanizantes? Contemplarlo en Getsemaní. Pura lucha.

Con una sencillez y naturalidad a normales, con una sola mesa por el medio, sin escenario alguno, reducido el papa a sencillo entrevistado y convertido Évole en interrogante, Francisco dejó caer un resumen de sus criterios evangelizadores, sabiendo muy bien que los de siempre se escandaliza harían ante un espíritu incapaz de mentir y siempre dispuesto a "dar signos de su esperanza". Una adhesión inquebrantable a la Iglesia que preside, pero a su vez, una capacidad profética de naturaleza evangélica para "transmitir" el Evangelio a los hombres y mujeres de hoy. Este párrafo no desmerece en absoluto el que inicia el texto mismo: la tranquilidad de la entrevista en cuanto tal se da la mano, hasta el desconcierto, con esta ejemplaridad de las palabras y de la persona del papa argentino.

Y de esta manera, inspirarnos para vivir la Semana Santa desde sus palabras de seguridad evangélica y de cercanía humana. Mientras, dice Pablo, unos solicitan sabiduría/ciencia y otros piden prodigios/ídolos, nosotros ofrecemos un Jesucristo "crucificado". más allá de la ritualización mediática a la que me refería al comienzo, y que nos sumerge en la vulgaridad informática, emerge este hombre tan parecido a Juan XXIII pero no menos a Pablo VI con un toque de "pastor bueno" qué lleva sobre sus hombres a la humanidad entera. A cada uno de nosotros. Aunque escucháramos, inmediatamente, decir a la alcaldesa de Barcelona: "Yo no soy muy de papas". Hay que ver.

Compartir el artículo

stats