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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

Casado implora a Vox que se retire

En las elecciones generales de 2000, las que Aznar ganó por mayoría absoluta, un desmadejado socialista, Joaquín Almunia, demandaba a Izquierda Unida (IU) retirar sus candidatos de las circunscripciones (provincias) en las que no podía obtener representación. Argumentaba que había que impedir a toda costa el triunfo de la derecha. Los comunistas le dieron lógicas y coherentes largas. La mayoría parlamentaria del PP subió hasta los 184 diputados. Almunia acabó asilado en las instituciones europeas, en cargo tan relevante como el de vicepresidente de la Comisión, donde lo instaló Rodríguez Zapatero tras los sucesos del 11 de marzo de 2004, que Pablo Casado vuelve a retorcer venteando las teorías de la conspiración que emponzoñaron la vida pública española.

El presidente del PP sale a diario desbarre: lo de que las mujeres migrantes no serán deportadas si dan a su hijo en adopción es tan nauseabundo que nadie en el partido se ha atrevido a defenderlo. Además de los disparates que la verborrea de Casado dispensa, es llamativa la súplica que ha hecho a Vox. La misma que Almunia presentó a IU. Ruega al partido de Santiago Abascal que renuncie a presentarse en las circunscripciones donde no tiene posibilidades de conseguir representación para evitar favorecer al PSOE. La respuesta de Vox ha sido menos educada que la que IU dispensó a Almunia. Le ha espetado, después de sentenciar que no se retiran de ninguna circunscripción, que quien debería hacerlo es el PP allí donde Vox va por delante.

Ayer, entrevistado en la Ser por Pepa Bueno, el sociólogo Narciso Michavila, presidente de GAD-3, la encuestadora que más se aproximó a los resultados habidos en Andalucía, y en Cataluña, como recordó el director adjunto de La Vanguardia, Enric Juliana, anticipó que el PSOE superará el 30 por ciento de los votos situándose por encima de los 130 diputados, muy distanciado del PP, al que los sondeos de su encuestadora le dan por debajo de los 90, incluso de los 80 escaños. Unas pérdidas descomunales, de medio centenar de asientos en el Congreso de los Diputados.

A Pablo Casado le han detallado cuál es la situación: de ahí que se arrastre ante Vox. Se atisba con mayor nitidez el triple error en el que han incurrido PP y sus conmilitones de Ciudadanos. El primero, la alianza en Andalucía con la extrema derecha, pacto vergonzante en el caso de los de Rivera y explícito, sin complejos, en el PP. Después ha venido la foto del tridente: Casado-Rivera-Abascal en la plaza de Colón en Madrid y, finalmente, el tercer error, imputable en exclusiva a Ciudadanos, al establecer el cinturón de hierro en torno al PSOE con el que no se puede pactar. El desenlace está a distancia de mes y medio, pero los indicadores coinciden: el PSOE avanza a velocidad sostenida, alejándose progresivamente del tridente de las derechas, que, a su vez, observan impotentes cómo cada vez hay más tierra de por medio para lograr su pretensión de sumar conjuntamente los 176 diputados de la mayoría absoluta. A Casado le atosiga una preocupación adicional: la perspectiva de que el PSOE obtenga una contundente mayoría en el Senado, porque el voto para la Cámara alta, la que permite aplicar el artículo 155 de la Constitución, es mayoritario: quien llega primero obtiene el premio gordo. El presidente del PP debería también velar por su inmediato futuro: de darse los resultados que anticipa Michavila en su partido habrá ruido de fronda, lo mismo que en Ciudadanos.

Acotación al margen.- El apiolado Xavier Pericay lleva días hablando todo lo que ha callado en los cuatro años de su inoperante estancia en el Parlament. Apartado por los afiliados, quiere que se sepa que sigue mandando, que el máximo dirigente de Ciudadanos en Mallorca es él y no quien ha ganado las primarias. Patética pataleta, propia de mal perdedor. Además de inútil.

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