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Hoja de calendario

Pedro Villalar

Temporada de fichajes

Algunos partidos y algunos políticos aprovechan estas vísperas electorales para fichar estrellas que ya no tienen buen acomodo en sus clubes de origen. Como en el mercado del fútbol, los equipos completan su propia cantera -que siempre presta los servicios más baratos y más satisfactorios- con fichajes externos. Evidentemente, al no haber elementos ideológicos en tales traslados, la lealtad al club que paga su salario a cada jugador está asegurada.

En política, esta práctica está enturbiada por razones muy evidentes, que Groucho Marx caricaturizó en aquella jocosa declaración de un tránsfuga profesional: "Estos son mis principios, y si no le gustan, tengo otros". Cambiar de partido significa reconocer que se ha cambiado de chaqueta porque no cuela en absoluto la habitual coartada que utiliza el chaquetero y que consiste en afirmar que quien ha cambiado es el partido de origen? Salvo honrosas y muy explicadas excepciones -la de Churchill fue una de ellas-, el tránsfuga es el malandrín de la política que, al no ver colmadas sus expectativas en un engranaje partidario, prueba suerte en otro. Así de simple.

Naturalmente, todo este mercadeo de trásfugas se contradice con las solemnes declaraciones de democracia interna que los partidos cifran en la celebración de escrupulosas primarias. Todo es mentira. Pero eso ya lo sabíamos antes de que la política perdiera el pudor y mostrara descarnadamente su desfachatez.

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