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José Francisco Conrado de Villalonga

Algo falla en la aplicación de la ley

El asesinato de Laura Luelmo a manos de un asesino confeso -un h. de p.- llamado Bernardo Montoya, en un pequeño pueblo de Huelva, El Campillo, ha revuelto las entrañas de la ciudadanía y ha puesto en evidencia que algo falla en la ley o en su aplicación a determinados monstruos que hay en la sociedad . Alguien podrá decir que crímenes horribles como este siempre los ha habido, incluso bajo una legislación penal más dura, ciertamente, pero este argumento no justifica nada, no exculpa a nadie, antes bien obliga a reaccionar con presteza, a prevenir y a castigar con inteligencia y dureza estos hechos espantosos, execrables, abominables. Es responsabilidad inexcusable de legisladores, jueces y administraciones penitenciarias tomarse muy en serio estos crímenes horrendos cometidos por sujetos cuya peligrosidad es conocida y, proteger a la sociedad de estos individuos capaces de perpetrar violaciones y homicidios como la de Laura.

La vida de Laura Luelmo, profesora de dibujo, de 26 años, recién incorporada a una escuela -con la propósito de sensibilizar e introducir a niños en el mundo del dibujo y quién sabe si del arte-, se ha segado por las manos de un criminal, depredador sexual, en cuyo currículo figuraba ya el asesinato de otra mujer de 82 años acaecido en un pueblo cercano. Laura había salido a practicar deporte, a correr y fue atacada brutalmente por un ser desalmado, sin ética ni moral, ni autocontrol de sus mas soeces instintos. Este terrible crimen reºcuerda el caso de Diana Quer que se perpetró -por otro degenerado-, hace unos meses en Galicia, una chica joven que había salido a practicar el mismo deporte que Laura y que también fue violada, asesinada y lanzada a un pozo, ¡otro horror! ¿Cuántos crímenes, como estos, se han de cometer para que se promueva una decidida reacción por parte de quienes tienen la responsabilidad de velar por la seguridad y normalidad en la convivencia?

La ministra de justicia, la señora Delgado ha dicho algo así como que la prisión permanente es una "pena inhumana", ¡vale señora ministra! ¿Usted de qué va? ¿Qué concepto tiene usted de lo que es un delito y el castigo? Ya creó usted cierta perplejidad al desvelarse sus conversaciones con Villarejo -el comisario de las cloacas del gobierno-, en las que le contó que estaba realizando actividades delictivas y usted se permitió un desliz, ¡felicitarle y asegurarle el éxito!. Ahora le parece "inhumano" el mantener en la cárcel a asesinos y depredadores sexuales, ¿acaso no es más inhumano que cuando estén sueltos, violen y maten? Podrá decir lo que quiera, que la cárcel no disuade a determinados individuos, cierto, pero seguro que protege a la sociedad. Mantener en prisión permanente a estas bestias resguarda de acciones execrables y contribuye a la seguridad de los ciudadanos. En cualquier país de nuestro entorno y algo más responsables que el nuestro, estaría usted cesada, señora ministra.

El asesinato de Laura, de Diana y otros, la violencia que llena las páginas de noticias en la prensa diaria, demuestran que existe un carencia de educación en valores -el valor de la vida, por ejemplo-, y esta ausencia de principios permite que ante cualquier inconfesable deseo sexual se viole y se mate. No vale hablar de violencia machista y que ahí quede el problema, los hombres no somos así, el que comete este tipo de violencia no es un hombre es simplemente un asesino.

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