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Matías Vallés

Boulevard

Matías Vallés

Echaron al juez, al fiscal, a los policías y ahora a la prensa

Olvide a los malditos periodistas, siempre protestando. Tampoco deben despistarnos los abalorios de Ábalos en Mallorca, ni la baja por paternidad que se tomará Pablo Iglesias en enero y febrero, coincidiendo con las elecciones. Aquí nos cautiva la extraña eliminación, que hubiera firmado Agatha Christie, de todos los funcionarios encargados de perseguir el mayor caso de corrupción de la isla.

En el victimario del caso Cursach, suele omitirse la desbandada forzosa de los policías nacionales que en vez de acorralar a periodistas, se dedican a investigar delitos económicos. También cayeron el juez instructor Manuel Penalva, el fiscal Miguel Ángel Subirán y los periodistas que informan del escándalo. Esta cadena de ejecuciones ha sido llevada a cabo o autorizada por Juan Carrau, que en casos precedentes había ejercido de fiscal anticorrupción. Y no olvidemos al tribunal de la Audiencia que excarceló al magnate gratuitamente, porque el preso tardó menos tiempo en reunir el millón de fianza que las juezas en escribir dicha cantidad.

¿Omitimos en el listado anterior al teórico juez instructor? No, Miguel Florit es inocente porque lo ignora todo del asunto. Al igual que en el sangrante caso fichas del Parlament contra la intimidad que archivó, o en el Plan Territorial de Mallorca que archivó, o en el caso Rabasco que tardó años eternos en instruir sin que nadie fuera capaz de desenredarlo. Sin duda, la persona ideal para interpretar la Constitución, y para educar a los enojosos periodistas sobre la forma de realizar su trabajo. O si no.

Nos hemos limitado a la enumeración, pero cuál es la probabilidad de que se produzca una cascada de ejecuciones de tal magnitud. Los eximios penalistas deberían rebuscar un ejemplo en que los acusados intocables actúan penal y triunfalmente contra jueces, fiscales, policías y periodistas. Si admitimos que todos ellos son culpables, en especial la prensa, qué extraño virus se apoderó de los investigadores infectados, para atacar a un hombre inocente a todas luces como Cursach.

Los propios fiscales anticorrupción nos enseñaron que una acción que causa tal mortandad, implica coordinación y es el principal indicio de una trama. Eran otros tiempos. Tras la defensa ciega de la Infanta y el perdón a Jaume Matas en Over Marketing, la antes denominada Fiscalía Anticorrupción finaliza su trayectoria sustentando las querellas de Cursach. Si no puedes con ellos, únete a ellos. Los fiscales podrían preguntar sobre el empresario a Tomeu Català, del Proyecto Hombre.

Siempre estaremos a favor de apalear a periodistas, pero los valientes policías varones que presionaron a una redactora veinteañera y le despojaron del secreto profesional, no necesitan cruzar la Vía de Cintura para llevarse ordenadores de un diario y descifrar así el caso Cursach. En su propia casa podrían investigar "al jefe de Policía que le dijo textualmente a Tolo Sbert que él no podía cerrar todas las discotecas que le hicieran la competencia a Cursach, y que la próxima vez tendrían que hacer la inspección/redada primero en un local del grupo y luego en el que le hiciera la competencia". Por supuesto, sin sancionar al primero y hundiendo al segundo, "y de hecho lo hicieron así". Fin de la cita, folio 28.902 del sumario, en el que un testigo coloca a la Jefatura entera en la órbita del magnate. Eso no toca.

Viajo anualmente a Toledo, porque El Greco es el primer pintor que no entendí. Allí, nada menos, se conserva el rastro de los tiempos en que Mallorca tenía una industria perlera que se echaba al cuello de Hillary Clinton. El toldo raído de Majorica, en la imagen de la judería que hoy nos ilustra, también evoca la degeneración de señeras instituciones mallorquinas como la Fiscalía Anticorrupción. Vean El amor menos pensado, un Bergman argentino para desmentir a los majaderos que insisten en que el cine no tiene papeles para actrices como Mercedes Morán, con lo que cuesta medirse a Ricardo Darín.

Reflexión dominical congestionada: "Para llegar a su corazón, tenías que aparcar en doble fila".

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