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Desde el siglo XX

José Jaume

Andalucía revienta el mapa político

La fuerza con la que VOX irrumpe en el Parlamento andaluz anuncia un cataclismo electoral en España

La catástrofe del PSOE es estratosférica: pierde la Junta de Andalucía. No hay paliativos. No hallará consuelo para el partido socialista. De nada le sirve haber llegado el primero. El PP también pierde, pero, además de salvaguardar la segunda posición, puede aspirar a gobernar Andalucía si Ciudadanos y VOX se lo permiten. Por encima de todo, lo que de verdad dicta el resultado andaluz es el descomunal brío con el que la extrema derecha irrumpe en el Parlamento andaluz, antesala de lo que parece inevitable que suceda en España en pocos meses. La extrema derecha entra a galope tendido en la política española. Andalucía remite a las Cortes Generales decenas de diputados. También se certifica que Adelante Andalucía, de hecho independiente de Podemos, no excede sus propios límites, que son los de la suma de Podemos e Izquierda Unida. No va más allá de su espacio natural. Son las derechas las que suman la mayoría en el Parlamento de Andalucía.

Es la emergencia espectacular de VOX lo que rompe esquemas, y de qué manera. A partir del domingo nada volverá a ser igual en la política española. Tenemos una derecha, que hay que situar en el populismo de extrema derecha instalado en Hungría y Polonia, gobernando; en Austria, donde está en la coalición de gobierno, al igual que en Dinamarca; en Italia, con la mitad del gobierno en sus manos y creciendo imparable, además de reforzarse en los dos países clave de la Unión Europea: Alemania y Francia.

El de VOX es un resultado absolutamente inédito en las cuatro décadas del régimen del 78. Nunca la extrema derecha ha dispuesto de representación tan potente en un parlamento autonómico; sucede cuando está a punto de iniciarse un año, 2019, en el que se solventarán elecciones locales, autonómicas, europeas, posiblemente generales y quién sabe si unas nuevas al Parlament de Cataluña.

Las elecciones de ayer sepultan a Susana Díaz y al entero PSOE andaluz, al que la presidenta de la Junta ha dado un toque de populismo peronista que lo diferencia notablemente del socialismo español. Díaz es un cadáver político. A Pedro Sánchez se le plantea una decisión peliaguda: convocar elecciones o aguantar. Lo que le llega del sur es una ola con la fuerza suficiente para anegar a todo el partido socialista.

Para Pablo Casado hay razones para la complacencia: el PP se ha desplomado, pero posiblemente asumirá la presidencia de la Junta. No puede obviar que VOX se hace con la mitad de los votos obtenidos por el que fue el partido alfa de la derecha española. La pretensión de Casado de unificar nuevamente en el PP a la hoy fragmentada derecha es irrealizable quimera. El de Casado es un partido más del campo de la derecha, en la que también acampan Ciudadanos y ahora VOX, la gran sorpresa, la enorme sorpresa. Siendo precisos, bastante más: obtener una docena de diputados es algo que no podía sospecharse. Las derechas hispanas cuentan con un nuevo actor. Atención a lo que acontezca en mayo en Balears. Jorge Campos aguarda.

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