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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

Monarquía o república, la universidad pregunta

Monarquía o república, la cuestión a resolver, aplazada desde los inicios de la Transición por imperativo militar, se plantea en más de dos docenas de universidades públicas

Atención a la iniciativa, que no ha podido ser yugulada, de 25 universidades públicas españolas, en las que, una tras otra, el alumnado podrá participar en refrendos en los que se pregunta si opta por la forma de estado monárquica actual o se decanta por la republicana, en cuyo caso deberá responder a una segunda pregunta: qué clase de república es la que considera adecuada. No es asunto que se deba despachar sin concederle importancia. Será la primera vez que en España se votará, aunque sea en el restringido ámbito universitario y sin disponer de un censo con plenas garantías, que no está a su alcance, sobre lo que se nos hurtó a los españoles después de la muerte del dictador: decidir si nos decantábamos por la opción monárquica, asumida por la Constitución de 1978 ante la imposibilidad de rechazarla, porque los militares no iban a tolerar que no estuviera en la jefatura del Estado el ungido por el general Franco como su sucesor "a título de rey, o deseábamos la restauración republicana, la forma del Estado español quebrada por la victoria de los golpistas en la Guerra Civil de 1936-1939.

Las votaciones se iniciaron ayer en las universidades catalanas, donde se da por seguro un rotundo triunfo de la opción republicana. En el Principado la Monarquía no goza de buena salud desde los sucesos de octubre del pasado año y mucho menos en los entornos universitarios, decididamente republicanos. Después, a modo de goteo, se votará en las otras universidades públicas que forman parte del experimento político de preguntar por lo que debería haber sido el desenlace lógico de la formal liquidación de la dictadura franquista. No sucedió, además de por la mencionada posición de la contundente autoridad militar, porque el denominado "milagro" de la Transición consistió en ir "de la ley a la ley", según sentenció el preceptor del rey Juan Carlos, Torcuato Fernández Miranda, vicepresidente en el último gobierno de la dictadura, y ministro secretario general del Movimiento (el partido único) y en los primeros tiempos del j uancarlismo presidente de las Cortes y del Consejo del Reino, posición desde la que pergeñó el mecanismo de la reforma política que desembocó en las elecciones del 15 de junio de 1977.

La ciudadanía española no pudo optar. Se asumió como hecho inevitable. La Constitución consagró la fórmula monárquica. Después, el 23 de febrero de 1981, Juan Carlos de Borbón desbarató el golpe de Estado ganándose el reconocimiento de los españoles. Desde entonces ha transcurrido mucho tiempo y sucedido muchas cosas, demasiadas. También han llegado nuevas generaciones; un sector de las postreras, el universitario, va a poder expresar su opinión, decir si quiere que sea la monarquía la que dé forma al Estado o éste devenga en república. La vieja disyuntiva jamás resuelta satisfactoriamente. Tal vez lo que se inicia sea un ensayo de lo que acabará por llegar: no se nos puede privar para siempre a los españoles de la libertad de decidir hacia dónde nos decantamos. No se pone en dicusión que la actual jefatura del Estado, la del rey Felipe VI, se asienta en la legitimidad concedida por la Constitución de 1978. Pero la iniciativa de las universidades nos introduce en un tiempo nuevo, en otro muy distinto al que se alumbró en 1978.

Las resistencias a que se plantee la disyuntiva monarquía o república van a ser muy fuertes. Lo han sido desde que se pactó la Constitución. El PSOE, más que la derecha, pese a que Pablo Casado clamé ridículamente "viva el Rey", venga o no a cuento, ha sido y sigue siendo el anclaje más seguro del que dispone la Corona. Juan Carlos siempre se llevó mucho mejor con los presidente socialistas, especialmente con Felipe González, que con Aznar o Rajoy; otro tanto sucede con Felipe VI. Insistamos, los tiempos son otros. Otras las generaciones.

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