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Ramón Aguiló

Escrito sin red

Ramón Aguiló

¿Regeneración democrática?

La palabra de Sánchez en 2014: "Mi compromiso es regenerar la vida democrática haciendo un CGPJ independiente", ha sido desmentida tras el pacto con el PP

De los partidos que hacían suya la bandera de regenerar la democracia en España, había uno, el PSOE, que concitaba dudas sobre su capacidad de asumir un reto que para muchos ciudadanos era inaplazable. Entre otras razones porque encarnaba, junto al PP, no sólo la realidad de un bipartidismo fruto del sistema electoral, que puede ser aconsejable para la estabilidad y la gobernabilidad política, sino también la de una democracia de partidos, que no de ciudadanos, una partitocracia, también fruto del sistema electoral proporcional de listas cerradas y bloqueadas, que otorga todo el poder de la confección de las candidaturas electorales a las cúpulas partidarias. A los ciudadanos se le somete a una elección con cartas marcadas y los elegidos se deben así no a quienes les han elegido sino a quienes les han colocado en la lista. Todos sabemos las consecuencias: corrupción, incompetencia, clientelismo, degeneración democrática. Se justificaban las dudas en que merced a la propia Constitución eran los propios responsables de la degeneración los que deberían asumir las tareas de la regeneración, es decir, los que monopolizaban el poder político debían poner en marcha las iniciativas que condujeran a su harakiri político, a su desaparición. Una tarea imposible si, además, constatamos que los responsables deben sus puestos orgánicos y públicos a la inmensa clientela de cargos municipales, autonómicos y estatales en las administraciones y empresas públicas de estos partidos, financiados por el Estado, que les aseguran el poder. Precisamente por eso la crisis del sistema político no puede resolverse, no es una crisis coyuntural, es estructural, sistémica. Pero no por las razones que apuntaba hace poco Aznar, derivadas de las políticas de Zapatero, Rajoy y Sánchez, equivocadas sin duda, sino de los defectos incubados en la Constitución que, ocultos por la talla de los protagonistas de la Transición, han dado lugar, con la desaparición del riesgo de la actividad política, a la entrada en la política a una multitud de arribistas, agiotistas, logreros y simples incompetentes.

La palabra de Sánchez en 2014: " mi compromiso es regenerar la vida democrática haciendo un Consejo General del Poder Judicial verdaderamente independiente del gobierno", ha sido desmentida después del pacto con el PP por el cual el PSOE designaría a once miembros, el PP a nueve y el presidente sería el presidente de la sala segunda del Supremo, Manuel Marchena. Al filtrarse por el PSOE el nombre del futuro presidente antes de que se conociera quiénes debían elegirlo y al trascender el whatsapp de I gnacio Cosidó, presidente del grupo del PP en el Senado, afirmando que el PP se aseguraba el control "por detrás" de la sala II del Supremo, precisamente la que debe juzgar a los independentistas catalanes, Marchena hizo pública su renuncia a ser candidato, al no concebir el ejercicio de la función jurisdiccional como instrumento al servicio de una u otra opción política para controlar el desenlace de un proceso penal, reafirmando la independencia como presupuesto de legitimidad de cualquier decisión jurisdiccional. Marchena había aceptado ser el candidato, entraba en el juego, pero no podía, después de la filtración del PSOE y la gravísima estupidez de Cosidó, ser presidente del TS y del CGPJ y no comprometer irremediablemente la independencia de la justicia. A buenas horas el PP pretende maquillar su imagen proponiendo la elección de los 12 miembros del CGPJ entre jueces y magistrados por los propios jueces, lo que podría convertir el mangoneo de los partidos en un poder ajeno a la soberanía popular. Pero no solamente el PSOE queda descalificado como "regenerador de la democracia", el PP ya sabemos que no quería reformar ni regenerar nada. Quienes están ahora también en la picota son los de Podemos, los que de regeneración se llenaban la boca y habían pactado con Sánchez la inclusión de jueces cercanos a la ideología que representan, concretamente cuatro, entre los cuales figuraba José Ricardo de Prada redactor de los párrafos más duros contra el PP en la sentencia de la Gürtel que dio pié a la moción de censura contra Rajoy. De la realidad del cambalache y del bochorno que suponía para todos los ciudadanos, dan cuenta los comentarios del negociador del PP, el exministro Català: "no conozco ningún mérito de De Prada, pero no ponemos vetos". El colmo del cinismo son las acusaciones del PSOE y PP a Marchena, por debajo de los elogios públicos, de no tener capacidad de aguante ante la crítica, tras la nota oficial del gobierno haciendo ostentación de su poder y el infumable mensaje de Cosidó. La única formación dizque regeneradora que se salva es la que se ha negado al cambalache: Ciudadanos.

Trump indultó el martes al pavo Peas con motivo del día de Acción de Gracias. Ciudadanos intentó el mismo día impedir por anticipado el indulto a los golpistas catalanes mediante una moción en el Congreso, que no prosperó por el voto conjunto de PSOE, Podemos, PNV, ERC, PDECAT y Bildu, los votos que encumbraron al doctor Sánchez. C's obtuvo el respaldo del PP. El juego de Sánchez podría ser amenazar con las elecciones anticipadas para que ERC y PDECAT le voten los presupuestos, ya que si ganara las elecciones el centro derecha seguro que no habría el indulto que, con la boca pequeña, es lo que esperan los independentistas. Con Sánchez en el poder tras la sentencia del TS habría indulto, tal como han sugerido ya varios ministros a instancias suyas.

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