El sentimiento de pertenencia se puede definir como el conjunto de sentimientos, percepciones, deseos, necesidades, afectos, vínculos, etc. que se van construyendo a partir de las experiencias y de las prácticas cotidianas desarrolladas por las personas o los grupos en los espacios de vida. Y está muy ligado a la identidad del lugar donde se vive y al que se dice pertenecer, donde se establecen las interrelaciones culturales y se tienen las experiencias más significativas. Estos sitios vividos, con sus características, configuran la identidad de las personas, que le acaban otorgando valores de arraigo positivos (topofílics) o negativos y de rechazo (topofòbics).
Es cierto que los factores que configuran este sentimiento son diferentes según la escala territorial. En la escala local, generalmente se explican por experiencias personales o, socioafectivas y por aspectos funcionales de territorio, y en escalas supralocales por cuestiones ideológicas, históricas o lingüísticas. Por eso es importante la aprehensión de los espacios de convivencia en la construcción del sentimiento de pertenencia, a partir de la configuración de relaciones inclusivas como por ejemplo la participación y cooperación entre iguales. Estas líneas quieren ser unas reflexiones relativas a nuestras raíces identitarias de pertenencia, reflejadas en el último número de Quaderns Gadeso, el 351 (www.gadeso.org).
En el caso concreto de Balears, nuestros niveles identitarios y de pertenencia son complejos. En primer lugar, por nuestra realidad plurinsular con imputs físicos, territoriales, culturales comunes y otros muy diversos. En segundo lugar por nuestro Estatut d´Autonomia, en un momento de crisis profunda del Estado de las Autonomías, que aborda nuestros factores comunes y especificidades a través de cada Consell Insular, entes de gestión de naturaleza autonómica. Y en tercer lugar, porque vivimos y convivimos en una sociedad globalizada, donde la cuestión es cómo gozar de los beneficios de la globalización sin perder nuestras raíces de proximidad y nuestras referencias personales.
Nuestro posicionamiento en referencia a nuestra pertenencia a la organización territorial, en el contexto de España es suficientemente claro. Los extremos son rechazados: Un Estado centralizado sin autonomías (4%); o autonomías con derecho a la autodeterminación (4%). Una segunda alternativa adquiere carta de ciudadanía: mantener las Autonomías (28%), pero con más competencias (32%); incluyendo imputs de autogobierno a través de un Estado Federal (16%). La batalla no está perdida, puede ganarse. Tenemos un primer reto: El Régimen Especial y la financiación a la espera de su necesario y urgente desenroque. Las dudas pueden despejarse en la próxima reunión de nuestra Presidenta, Francina Armengol, con el Presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez.
Otro aspecto relevante es la existencia o no de la identidad Balear y su relación con España. Una mayoría (52%) se sienten tan españoles como de Balears¸ y un 27% que sólo se identifica con Balears con diversas variables según la isla de referencia y la ideología política. Una mayoría relevante (72%) se siente identificada con su propia isla y sus instituciones. Menorca y Formentera valoran muy positivamente su Consell (4,8/5) y con menor benevolencia aunque sea positiva en Eivissa (4,4//5). .En Mallorca aunque una mayoría de identifica con su isla, califican negativamente a su Consell (3,2/5) debido a una escasa comprensión y valoración de su utilidad, más allá de las ayudas a municipios de menor relevancia poblacional. A su vez, con razón o sin ella, los ciudadanos perciben un doblaje con el Govern ubicado en su mismo territorio.
Si no sucumbimos a insularismos y/o a localismos de bajos vuelos, nuestra diversidad/pluralidad territorial y cultural es una oportunidad para la creación y consolidación de una sociedad (política, económica, social y culturalmente) cohesionada, abierta y cosmopolita, desde nuestras raíces identitarias. La suerte no está echada. ¡Hagan juego!