Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

José Francisco Conrado de Villalonga

Desconfianza e inestabilidad

La moción de censura contra Rajoy y su derivada, la llegada de Sánchez a La Moncloa -todo ello en muy poco tiempo, una semana- supuso un alivio ante una difícil situación política que vivía el país desde hacía tiempo. Todo transcurrió con normalidad institucional. El nuevo gobierno de Pedro Sánchez tenía buena apariencia, y despertó cierta ilusión. Borrell, con buena reputación, en Exteriores, la ministra de Economía, con experiencia en Europa, una garantía, la titular de justicia, Dolores Delgado, que procedía de la fiscalía de la Audiencia Nacional, daba seguridad jurídica y además un astronauta, Duque, con buena imagen€. Con todo este bagaje Sánchez ha podido disfrutar de unos momentos de gloria, viajes en el Falcon oficial, a Bruselas y, recibido en las instituciones europeas, a Francia, acogido en el Eliseo, a Alemania invitado por Merkel, a Nueva York incluyendo una ridícula y fachosa fotografía junto a Trump.

Pasados los noventa días de gracia la situación se le ha arqueado, el ministro de cultura Màxim Huerta, el más breve de la historia contemporánea, tuvo que dimitir por un tema fiscal, la ministra de sanidad Montón se ha tenido que ir a casa por sus notas falsificadas y un master irregular, la de justicia, Delgado, lo tiene complicado, no por haber llamado "maricón" a su colega Marlaska, ni por jalear a Villarejo por sus "informaciones vaginales" con las que el súper-policía pensaba, chantajear a empresarios y políticos, sino por haber mentido todos los días, si cada día que ha hablado, desde que se han conocido las grabaciones. El ministro Duque, de investigación y universidades, también se ha metido en un lío por una sociedad patrimonial. Si se añade a estos despropósitos la tesis doctoral del presidente en la que, al parecer, no aporta "tesis" alguna, primer requisito de un trabajo de este tipo, la tregua se ha esfumado. "Fake news y postverdades" según el Gobierno, Inestabilidad, inseguridad, desconfianza, según la ciudadanía.

La sistémica rapacería -más de dos mil casos y un coste de unos 190.000 millones para las arcas públicas-, acerca a España a lo que sería una holística corrupción africana, no por cuantía, allí en África, los importes malversados son calderilla. Los quiméricos másteres, los aparentes currículos eruditos y las inexistentes titulaciones podrían inducir a pensar que las universidades de este país no aplican el debido rigor académico, cuando esto no es así, se trata unos casos concretos y de un síntoma de una grave falta de ética política. El New York Times hace un tiempo analizó la crisis española e hizo un retrato de una sociedad afectada por la corrupción. Debemos convenir que el prestigioso rotativo neoyorquino tenía razón, la información del periódico era más sobria que la pertinaz e incontrolada realidad de España que hoy supera cualquier fantasía. Leí, hace unos meses, una información sobre Honduras en la que se analizaba la desmesurada corrupción de la vida pública en aquel país y daba un dato, más de 800 diputados, procedentes de diferentes legislaturas, están imputados por apropiarse de fondos destinado a programas sociales. Sobre este tema, la corrupción, la Universidad de Harvard ha realizado un estudio en el que relaciona altas concentraciones de testosterona en hombres y mujeres con la predisposición al engaño y al fraude, ¿será esta hormona tan profusa, en nuestro país la inductora hacia estos comportamientos?, o ¿más bien la falta de educación sobre lo que es una conducta ética?

Comentando el cúmulo de falsedades y deshonestidades que abruman el día a día de los ciudadanos, alguien decía que estos casos considerados individualmente no revisten una gravedad extrema, sin embargo en su conjunto si y coincidimos con Aristóteles, cuando en una conversación con Crisipo sostenía que "la suma del todo es más que la suma de las partes" y este es el caso del país, la suma de todo lo que se vive en la actualidad, es mucho, crea una atmósfera corrompida en la que resulta difícil respirar y con la que, si no se pone remedio pronto, deberemos seguir conviviendo, como decían las brujas de Macbeth en la obra de William Shakespeare, deberemos seguir "volando a través de la niebla y del aire corrompido", (escena 1ª del Acto IV de la tragedia de Macbeth).

Compartir el artículo

stats