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Eduardo Jordà

Las siete esquinas

Eduardo Jordá

Autodeterminación

Solo hay dos constituciones del mundo, aparte de la de Canadá y Gran Bretaña, que permitan una posible secesión: Etiopía y Sudán.

"Self-determination is a human right", decía ayer una pancarta enorme en una manifestación independentista con motivo del Primer d´Octubre.

¿Lo es? Sí, claro, siempre que se dé una situación de dominio colonial o de ocupación ilegítima de un territorio por parte de una potencia extranjera. Pero no lo es en una sociedad que sea reconocida internacionalmente como una democracia homologable y que cumple con todos los requisitos de un Estado de Derecho. Y es más inconcebible aún que se exija el derecho de autodeterminación cuando una sociedad cuenta con Parlamento propio y policía propia y un sistema educativo propio, además de una radio y una televisión propias, por no hablar de unos representantes políticos muy bien pagados (y en este sentido, alguien debería recordar que el presidente de la Generalitat gana unos 40.000 euros más que el presidente del gobierno español, es decir, el gobernante supuestamente opresor). Y por si hiciera falta recordarlo, Cataluña tiene un Estatuto de Autonomía en vigor que le confiere un nivel de autogobierno que no tiene ninguna otra autonomía en el mundo, ni siquiera Québec. Y estas cosas, siento decirlo, son hechos comprobables, no opiniones volátiles.

Cuando los independentistas se comparan con Mandela o con Luther King, olvidan que ni Mandela ni Luther King dispusieron jamás de una televisión propia ni de un gobierno autonómico que estuviera a su servicio o que apoyara sus reivindicaciones. Y olvidan, además, que los afroamericanos o la mayoría negra de Sudáfrica vivían una humillante situación de segregación racial que les obligaba a usar escuelas distintas y baños públicos distintos y hasta espacios del autobús distintos. Rosa Parks saltó a la fama porque se negó a sentarse en la parte trasera del autobús reservada a los negros. Y en Cataluña, que sepamos, no ocurren ninguna de estas cosas.

Comprendo que hay muchos nacionalistas que sienten la causa independentista y que sufren por ella y que han depositado sus esperanzas en ella, y me niego a convertirlos en enemigos políticos a los que se despoja de cualquier rasgo de humanidad, como hacen algunos "españolistas" en las redes sociales. Pero debo repetir que el derecho de autodeterminación no existe como tal en ningún país de la Unión Europea, salvo en el caso de Gran Bretaña porque no tiene Constitución y porque es un Reino Unido formado por cuatro naciones independientes que decidieron unirse en su día. Y si se saca a relucir el ejemplo de Québec, donde sí se pudieron realizar dos referendos de secesión, es porque Canadá -igual que Gran Bretaña- no tiene una constitución como la española que establezca la indivisibilidad del territorio nacional, igual que el 95% de las constituciones de todo el mundo. Y para cambiar ese artículo haría falta una reforma constitucional aprobada por dos tercios del Parlamento (español) y refrendada después en una consulta ciudadana en todo el país. Es un mecanismo complejo, pero no imposible ni irrealizable. Y conviene recordar además que la mayoría de constituciones del mundo -salvo la de Canadá y Gran Bretaña- están inspiradas en el modelo republicano francés que establece la indivisibilidad del territorio nacional. Solo hay dos constituciones, aparte de la de Canadá y Gran Bretaña, que permitan una posible secesión: Etiopía y Sudán. En los demás países es inadmisible, y en algunos casos intentar provocar una secesión se castiga de forma mucho más severa que en España. En Alemania, sin ir más lejos.

Todas estas cosas son evidentes. O mejor dicho, deberían ser evidentes. Pero asombrosamente, inexplicablemente, no forman parte del debate político. Mal asunto.

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