La gran esperanza de Més es un político de Deià que no se enteró de la macrourbanización de Petit Deià ni ha sido capaz de hacer nada por interrumpirla, a lo largo de sus jugosos cargos en el Consell y el Govern. Con todos los respetos, me parece un comportamiento harto sospechoso. El otro mirlo blanco era Joan Groizard, un director general de Energía tan nacionalista y soberanista que implora actualmente que le den un cargo en Madrid. Lo entendemos, hay que conocer al enemigo antes de coronar la independencia, que debe ser nuestro objetivo irrenunciable.
Quede claro que Groizard no ha sido nombrado o requerido por el infame PSOE de Sánchez, sino que se postula dócil para "un proceso de selección", lo cual implica que el soberanista viene dispuesto a acatar cualquier realidad madrileña con tal de largarse de esta isla misérrima y labrarse un porvenir en la capital del Estado vecino. Bon vent, como dirían en Més. A los ingenuos madrileños que se creyeron la sede olímpica no le costará venderles su quimérica prohibición de los diesel en 2025, equivalente a proponer que una nave especial mallorquina, o mallorquinomadrileña vista la querencia del director general, alcance Marte en 2050. O 2051.
En cambio, quienes continuamos pagando el Govern no entendemos que siga en el ejecutivo balear una persona que lo repudia, para incorporarse solícito al Gobierno que auspició el 155. ¿También exigirá menos autonomía para Mallorca, a fin de congraciarse con los madrileños? Nos felicitamos de que se vaya alguien que no ha hecho nada especial por esta tierra baldía, a condición de que se comprometa a no regresar a la política insular. De lo contrario, ofenderíamos al médico a quien admiramos porque prefirió quedarse por amor a la isla, en lugar de medrar en países extraños a los que fingía menospreciar. Ay de quienes quieren ganar siempre.
