Adolfo Suárez Jr., quien ya realizó hace tiempo una fallida incursión en la política de la mano del PP cuando intentó conquistar sin éxito la presidencia de Castilla-La Mancha, ha sido ahora aupado a la presidencia de una nueva Fundación conservadora urdida por los sucesores de Rajoy, y, a modo de declaración de intenciones, ha manifestado que "si hay que retirar los símbolos de Franco, también los de la República.
Adolfo Suárez González, el autor con el Rey de la Transición española, ha pasado ya a la historia sin necesidad de apoyaturas externas ni de epígonos que lo realcen o lo denigren. Pero resulta hiriente que se juegue de esta forma con la memoria y el apellido de un personaje que, con imaginación y valor incuestionables —las imágenes del 23-F lo acreditan—, fue el elemento fundamental de la construcción pacífica del nuevo régimen, que cuarenta años después goza de buena salud a pesar de algunos atrabiliarios intentos de desmantelarlo.
Suárez nunca fue un conservador, y prueba de ello es que, al abandonar UCD, víctima de otras ambiciones que no vienen al caso, jamás se identificó con lo que Fraga y sus amigos representaban en aquel momento. Pero esto es lo de menos: sólo quien tenga dificultades para interpretar lo que es y significa la palabra democracia en España puede hacer incursiones en el territorio de la necedad como la que justifica estas líneas.
