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Autoritarismo posdemocrático

El título de este artículo es una expresión que ha tenido cierto éxito a la hora de nombrar esta corriente que algunos, menos sutiles, denominan directamente fascismo y que, por lo que vamos viendo, se va expandiendo por una Europa que, a su vez, está siendo sometida al efecto tenaza Trump-Putin, un binomio que desea a toda costa debilitarnos. Por supuesto, no estamos refiriéndonos al clásico y antiguo fascismo, sino a una, digamos, corriente ultraderechista a la que se aferran quienes, hace años, confiaban su voto y su destino al comunismo, socialismo u otras opciones de izquierda. Sin embargo, la decepción ha sido mayúscula. Los teóricos de la Escuela de Frankfurt, allá por los años 30 del siglo XX, se preguntaban incrédulos, una y otra vez, por qué el pueblo alemán se había decantado por el nazismo antes que por el comunismo, cuando todos creían que la revolución obrera sería de color rojo, y no parda. Se esperaba una revolución marxista, pero salió Hitler.

En cualquier caso, hace ya tiempo que se está detectando una corriente de corte autoritario, aunque en el escaparate de la tienda luzca un sistema formalmente democrático o, lo que es lo mismo, esa cortesía llamada elecciones. En el horizonte, China y su capitalismo comunista, y chúpate esa mandarina. Gran pirueta de una potencia que lo quiere abarcar todo. Rusia y su zar Putin, otra potencia que persiste en declinar una y otra vez las invitaciones a la democracia e ir a su aire. Y, por otro lado, en el corazón de esa señora anciana y algo llorosa que es Europa, proliferan líderes de extrema derecha, por decirlo de algún modo, que van convenciendo a las masas con unos discursos claros y directos. No, no son precisamente los potentados quienes apoyan a esos partidos ultras, sino quienes en su momento podrían haberse alineado con partidos de extrema izquierda de extendida y acreditada conciencia social. Como si, de repente, hubieran visto la trampa de los partidos de toda la vida para entregarse a quienes se jactan de no tener pelos en la lengua y, entre elegir a uno u otro, prefieren la versión dura, sin matices y sin excesivas sofisticaciones. Opciones que surgen en periodos de miedo.

? Por otro lado, enlazan y coinciden con el discurso proteccionista de Trump, aunque en versión centroeuropea. Del este de Europa llegan voces que antes fueron comunistas y que ahora son directamente fascistas, para entendernos, y casi sin pasar por taquilla. Así, sin molestas transiciones. Autoritarismo posdemocrático en vena, sea del color que sea. Si antes fue rojo, ahora es pardo. Si continúa recrudeciéndose el problema de los refugiados y de los migrantes, estos grupos irán no sólo fortaleciéndose, sino extendiéndose peligrosamente a lo largo de la Unión Europea, ese jardín en mitad del yermo o de la selva, según se mire, ese pequeño milagro que fue el resultado de acuerdos y no de guerras. Un invento que tenía buena pinta, pero que ha fracasado en varios frentes. Aunque, no hay que olvidar que todos los cuerpos, todas las sociedades, por el mero hecho de existir, están obligados a pagar peajes y a sufrir crisis y euforias, zozobras y periodos de esperanza. Ondulante es la vida, que decía Montaigne y que nos lo recordaba Josep Pla.

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