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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Los más tontos de Son Banya

Policías, fiscales y jueces por encima de toda sospecha acusan a altísimos cargos policiales dignos de toda sospecha de colusión con los clanes mallorquines de la droga. Nada nuevo hasta aquí, ya hemos demostrado que Son Banya Bank es la entidad financiera con más liquidez, actividad y probablemente limpieza de la isla. De hecho, máximos ejecutivos de entidades rimbombantes han acudido al poblado en busca de efectivo, para tapar sus operaciones ruinosas. Los capos salvaron a la banca insular del colapso, toma narcocapitalismo redentor.

Ir a buscar dinero a Son Banya no es noticia, lo malo es olvidarse de devolverlo. Lo que nunca perdonaremos a los policías investigados es que vuelvan a poner sobre la mesa al clasista Borges, cuando se admiraba de "cómo los analfabetos engañan a personas más inteligentes y complejas". Aun presuponiendo su inocencia radical, los altos cargos policiales nos obligan a tomarnos en serio a personajes que por algo se llaman El Ico o La Pachuli. Por culpa de comisarios, hoy nos desayunamos invocando "al tesorero de La Guapi". ¿Qué viene a continuación, "el personal shopper de La Paca" o "el asesor del inversiones de El Pico"? La democratización del gusto tiene un límite.

La esencia del caso no reside en determinar si los policías imputados disimulaban sus vicios persiguiendo a corruptos, como el fiscal de Nueva York contra los abusos investigado por abusos. No nos interesa tanto si se dejaron comprar, según insisten los narcos, sino la evidencia de que se dejaron engañar por la pandilla basura. Frente a la estupidez, el soborno casi brilla como una virtud. Puestos a protagonizar un ridículo olímpico, ofrezcan al menos el consuelo de que les guiaba una vocación crematística. Con todo, los más tontos de Son Banya no eran los policías y los narcos armados, sino la ciudadanía desarmada. Porque, mientras se prodigaban estas transacciones, ¿quién se encargaba de defendernos?

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