Trece mil personas esperan en Balears a ser operadas. De ellas, 627 aguardan más de seis meses. La cifra es falsa, pero dejémonos de obviedades para adentrarnos en miradas más suculentas. Por ejemplo, el Govern acoge a los de fuera y escupe a los de dentro. Preguntas capciosas:
¿Cuántos políticos de primer nivel han esperado más de medio año una intervención? Cero o ninguno, aunque estadísticamente debería haber alguien ahí.
¿Cuántos cargos sanitarios figuran entre los olvidados del quirófano? Otro nulo.
¿Cuántos familiares en primer grado de los anteriores han esperado un bisturí más de seis meses? Mismo resultado.
¿Cuántos residentes en Son Vida y demás barrios postineros han aguardado más de seis meses una operación? Por favor.
¿Cuántas personas con ingresos anuales superiores a los cien mil euros ocupan un hueco en la lista? Más de lo mismo.
Estamos de acuerdo en que los miserables ausentes de las categorías anteriores no merecen solo seis meses de lista de espera, sino la expulsión irreversible de Mallorca. Pero con la curiosidad ya picada, y dado que los liberados de la relación ignominiosa precisan de una operación con la misma frecuencia que los presentes, surge otro interrogante:
¿Quién opera a quienes gracias a ello no esperan? Los mismos que operan a quienes están en la lista de espera.
El Govern solo desea operar a personas concretas, como ejemplo o escarmiento para los demás. Respecto a los alistados:
¿Se les excusa del pago de los más de mil euros anuales per cápita en Sanidad, durante el tiempo en que se les desatiende? Jajaja.
El Govern elige volcarse en personas distintas a las que pagan la Sanidad, lo cual es una opción. Convertir ese comportamiento en un ejercicio de solidaridad, es un sarcasmo.
