Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Matías Vallés

Boulevard

Matías Vallés

El Rey Felipe VI expulsa de Mallorca al rey Juan Carlos I

Al monarca se le ilumina el semblante en cuanto llega a la isla, su esposa experimenta el efecto contrario. Los mallorquines siempre estamos dispuestos a obedecer, pero no debemos empeñarnos en agradar a todo el mundo. (¿Tiene algo que decir, o va de parodia de Nietzsche?) El Rey Felipe VI ha expulsado de Mallorca al rey Juan Carlos I, así de claro.

El Jefe de Estado se niega a besar en público a su padre, manchado del carmín de Ciccicorinna, por mucho que Juan Carlos I hubiera movilizado a su círculo de íntimos para ablandar a su sucesor. La mano de ensobrar dolorida justifica la ausencia de las regatas, pero no de la isla. La prohibición paterna es el mayor rasgo de autoridad del hijo hasta la fecha, más violento que despojar del ducado a Cristina de Borbón. Cuatro años después, el reinado ha cambiado de signo, aunque tal vez sea demasiado tarde. (¿Qué sabrá usted, si escribía de deportes y le echaron?).

El veto a Juan Carlos en Marivent debe ser la primera coincidencia de Sofía de Grecia con Letizia de Ortiz en siglos. Dónde están los papanatas que nos predicaban que había que mantener a toda costa el vínculo mallorquín del Emérito, cuando no lo quiere en la isla ni su heredero, por no hablar de su esposa y su hija política. Qué lejos quedan los tiempos en que era el progenitor quien forzaba a su hijo y a su nuera a que interrumpieran las vacaciones pascuales en el Caribe, para personarse en la Catedral palmesana en hora para la misa de doce. De conminar a contaminar.

En la foto de Lorenzo que hoy nos ilustra, padre e hijo avizoraban el futuro con optimismo, por supuesto desde Mallorca. Sin embargo, los Borbones se toman muy en serio a Freud, así que Don Felipe liquida a Don Juan Carlos con la misma gelidez mostrada por Don Juan Carlos para arrinconar a su padre, Donjuán. Todo queda en familia.

Felipe VI ha demostrado quién reina aquí. (Reina, se le entiende todo). Juan Carlos I se ganó el trono cuando nos libró de Tejero, y Felipe VI aplica la misma medicina para consolidarse. Era crucial que el rechazo se escenificara en Mallorca, el templo sacrificial que acoge la relación primordial de la Familia Real, el palacio donde el Emérito y la Emérita contabilizaban amantes repasando la prensa del corazón con el desayuno en la terraza de Marivent.

El escenario mallorquín define la trifulca a las puertas de la Seu y la reconciliación en el Mercat de l'Olivar donde, por primera vez, Leonor (abreviatura de Le-tizia-onOr-tiz) se desgaja de su madre para entregarse a su abuela. Cabe recordar que la nieta vio más dañada la imagen que su progenitora, al quitarse de encima a Doña Sofía. La isla define asimismo la banda delictiva de Nóos, la desposesión del ducado de Palma o la actual realineación jerárquica entre hijo y padre. Por este orden y por esta orden. Ahora bien, si quieren saber todo lo que aquí no nos hemos atrevido a contarles sobre inviolabilidades regias, lean el magistral estudio De Juan Carlos I a Felipe VI: ¿Algo nuevo bajo el sol?, con las firmas mallorquinas de Joan Oliver Araujo y Vicente Juan Calafell.

El analfabeto bilingüe Baltasar Picornell no sabe ni desmentirse. (¿Va a dedicar un párrafo a personajes de saldo?) Acuciado por los independentistas, el presidente del Parlamiento les pide perdón por ejercer de correo pacificador del Jefe de Estado en Cataluña. Se embarca en el mismo parasitismo que desplegó para apoyar a Xelo Huertas y Montse Seijas en un chat, y para desligarse de ellas a la hora de las expulsiones.

Conste pues que la ignorancia de Picornell le libra de utilizar expresiones como "tender puentes", o de distinguir entre ERC y Puigdemont. Ni siquiera entiende el significado de esos términos cuando se los comentó el Rey, por lo que se limitó a ejercer de altavoz. Y de acuerdo como casi siempre con Sebastià Alzamora, en que el presidente del Parlament acertó al trasladar el cambio de opinión del monarca. El Jefe del Estado ha acertado dos veces en una semana, por encima de su media. (¿Ha pasado del periodismo de denuncia al periodismo de renuncia?).

Suerte que García Albiol volaba el martes por la noche de Barcelona a Palma para poner paz. Ciutat cuenta desde esta semana con una tienda menos de Sybil.la, mi ángel despeinado. Vean Happy end, nunca creí escribir esto de una película de Michael Bostezos Haneke. Claro que tampoco esperaba que Jean-Louis Trintignant replicara a estas alturas su interpretación cenital en Z.

Compartir el artículo

stats