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Pedro Villalar

Huelga analógica

Una de las grandes empresas surgidas al amparo de la digitalización, de la globalización y de las nuevas Tecnologías de la Información y de la Comunicación está experimentado en España una huelga recurrente de sus trabajadores, que al menos ha servido para recordarnos que tras la web impersonal de las tiendas de internet hay seres humanos que, como cualesquiera trabajadores, luchan también por sus derechos.

No tengo duda de que los inversores, la intelligentzia de todo este proceso, habrán pensado (al menos) que lo que demuestra la huelga es que la compañía en cuestión no ha avanzado lo suficiente en el camino de la automatización. Seguro que es así, pero que nadie piense que la tecnología lo resolverá todo: siempre habrá detrás una última persona, un trabajador al pie del cañón, encargado de darle al botón, de encender la luz, de tener la idea brillante de la innovación.

Será imposible que la obra humana, por impersonal que parezca y por robotizada que esté, prescinda del todo del cerebro humano. Y eso significa que también estas compañías gigantescas habrán de someterse al imperio de la ley. Una ley asimismo analógica, escrita por representantes del pueblo y, por supuesto, impartida por jueces de carne y hueso? auxiliados por robots, naturalmente.

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