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Antonio Tarabini

Entrebancs

Antonio Tarabini

El futuro político no está escrito

Hace escasamente una semana Rajoy era feliz por haber obtenido la aprobación de sus Presupuestos, aunque fuera con los votos de los nacionalistas vascos y a cambio de 540 millones de inversión en el País Vasco. A su vez Pedro Sánchez y el PSOE no parecían gozar de sus mejores momentos políticos. Más aún, Sánchez tuvo una acertada iniciativa al registrar su moción de censura a Rajoy pensando más en forzar una dimisión de éste que en la posibilidad de ganarla. Y, por el contrario, Rajoy y el PP se tomó la moción con cierta sorna, confiando que en cinco días las aguas regresarían a sus abrevadores naturales. Pero, ¡mira por dónde!, ha concluido la moción de censura; Rajoy políticamente hundido y el PP tocado, y Sánchez y el PSOE al alza. Aunque el futuro no está escrito.

Rajoy y su PP han salido trasquilados no sólo, aunque sí principalmente, por la endémica corrupción institucional que afecta al partido, sino también por no comprender que los tiempos políticos han cambiado. Las expresiones políticas son diversas y plurales, con representación en las diferentes instituciones democráticas, lo que prácticamente impide mayorías absolutas, y como contrapartida exige voluntad y capacidad de diálogo y pacto. Pero Rajoy ha seguido fiel a don Tancredo, observando la corrida desde el tendido confiando que el tiempo devuelva a los accidentes políticos y/o sociales a su cauce natural. No gozando de mayoría absoluta consideran al Parlamento, donde radica la soberanía popular, como un estorbo. Se han reprobado varios ministros, pelillos a la mar. Propuestas legislativas de la oposición mayoritaria, simplemente boicoteadas. Siguen gozando de un crecimiento macroeconómico real, pero con escasos retornos a la media/pequeña economía, ni a los bolsillos de los ciudadanos. Han calificado a los "movimientos ciudadanos" como expresión del radicalismo izquierdista, y se han quedado tan anchos. Han admitido una mejora transitoria obligados por el PNV. Suma y sigue.

Pedro Sánchez y su gobierno tienen una tarea compleja y no fácil (por no decir difícil. Ello implicará un talante dialogante y con capacidad y voluntad de pacto con las fuerzas políticas, múltiples y diversas que conforman la nueva mayoría. Tarea no fácil (¡difícil!). Y también con las realidades políticas y sociales externas. La situación política catalana exige abandonar el "atajo" de los populares judicializando el problema y su solución. Dialogar no implica renunciar a los propios planteamientos, pero desde una visión amplia de la Constitución y desde el ámbito estatutario pueden encontrarse rutas a recorrer conjuntamente. Tarea no fácil (¡difícil!). Y también, ¿por qué no?, dialogar con los diversos movimientos cívicos que aglutinan a parte relevante de la ciudadanía (vgr, pensionistas). Tarea no fácil (¡difícil!).

Pero además no puede pasarse por alto que tal mayoría y gobierno tiene fecha de caducidad condicionada a la convocatoria electoral. No tiene por qué plantearse ad kalendas grecas, pero tampoco con carácter urgente e inmediato tal como "exige" Ciudadanos con la falsedad de dudar de la legitimidad de la nueva mayoría y nuevo gobierno porque no ha pasado por las urnas. Le guste o no a Albert Rivera, obnubilado por los sondeos que le dan unas buenas perspectivas electorales. Los resultados de una moción de censura, incluida en nuestra Constitución, son absolutamente democráticos.

Sin presupuestos propios habrá que renunciar en principio a propuestas maximalistas para acudir a metas posibilistas, tal como le recordó ayer Sánchez a Iglesias. El escaso margen temporal y la misma naturaleza del pacto, no permite grandes retos. Habrá que reactivar el Parlamento como cámara legislativa de debate, de control del poder ejecutivo... Pero asignaturas pendientes tales como la supresión de la llamada ´ley Mordaza´, leyes que garanticen la neutralidad de los medios públicos de comunicación (vgr. TVE), la financiación de los partidos políticos, y suma y sigue. Y sin duda, coger el toro por los cuernos convocando el Pacto de Toledo, para buscar y encontrar los fondos necesarios de financiación que garanticen unas pensiones justas.

Termino como he empezado: el futuro político, ni el económico ni el social, no está escrito. Ni optimista ni pesimista, sino todo lo contrario.

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