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El consejo del presidente

El Excelentísimo señor presidente del Gobierno de España, don Mariano Rajoy Brey, se ha dignado visitar ésta colonia, perdón ésta Comunidad y como hacen los grandes estadistas nos ha dejado una frase para la Historia: "lo último que necesita Baleares es seguir el ejemplo de división de Cataluña"; la frase no se presta a una sola interpretación pues bien podría ser que el señor Presidente se refiriera a la división existente entre catalanes; pero claro si su argumento fuera destinado a los que pretenden separar su terruño del resto del solar estatal, la cosa cambia de manera absoluta. Por ventura no ande descaminado el aconsejador, pero su razón, si don Mariano me permite la opinión, es incompleta, y es que aquí ya estamos separados y no nos ha hecho falta ni referéndums, ni proclamaciones de independencia, ni CDRs a la balear.

Y es que estas islas llevan algo más de tiempo separadas de la tierra firme que la propia identidad del país que ahora gobierna el señor Rajoy; no parece que en las oposiciones para registrador de la propiedad a las que asistió don Mariano hubiera algún tema dedicado a la geografía nacional, si tal hubiera sido quizá no se le hubiera pasado por alto al morador de la Moncloa ese, nada nimio, detalle. Don Mariano, nosotros, los de éstas islas ya estamos separado, más aún esa ansia de desconexión para con España, tan catalanista ella, en éstas geografías, que como su propio nombre indica están aisladas del resto del Estado, nos viene no solo conseguida sino propiciada, no por independentistas recalcitrantes, no por separatistas errantes, sino por el mismo ejecutivo, que por ahora, su excelencia preside.

Aquí no precisamos que los CDRs locales corten carreteras conectadas al resto del Estado, porque no las hay; si los mozalbetes anti sistema o no, se juramentasen para ocupar las vías del ferrocarril con el objetivo de dejar fuera de alcance las ciudades de otras comunidades no conseguirían su objetivo, tan solo lograrían aislar al grupo de turistas alemanes que quisieran ir a Inca o a los que de Manacor tengan asuntos en Ciutat, y es que aquí no llega el AVE. Así que ya ve usted don Mariano, nosotros ya tenemos la desconexión que algunos tanto persiguen en Cataluña, y las normas para ello ni tan siquiera tenemos que redactarlas en nuestro Parlament, ya lo hacen por nosotros desde la Villa y Corte, por lo menos si a los resultados nos referimos. Los isleños ya estamos bajo un estado de división, geográfica pero sobre todo funcional. Y que conste que en estos lares también tenemos políticos de uno u otro tenor que igualmente arrostran su parte de responsabilidad en el estatus, y es que la cuestión, lo que importa, no es si podemos tener algún beneficio económico en algún medio de transporte, sino más bien se trata de hacer llegar al gobierno central, que el asunto es la insularidad misma, esto es, el aislamiento geográfico, la separación, la desconexión.

Ni tan siquiera al señor Presidente se le escapa que si él mismo desea viajar a su Galicia natal, se verá asaltado por el dilema de cuál de los cuatro medios de trasporte a su disposición deberá elegir para su desplazamiento, el avión, el tren, el transporte por carretera y por último su propio coche, aún cuando sea oficial; aquí lo tenemos más fácil, podemos elegir entre el avión y el aeroplano, puesto que el otro posible medio tan solo nos lleva hasta las costas de Valencia o Cataluña; el algodón no miente, si los ciudadanos no insulares pueden elegir entre cuatro medios de transporte, que además compiten entre ellos, con la consecuente rebaja de precios y los isleños solo podemos acogernos a uno, es evidente el resultado, aquí tenemos solo un 25% de posibilidades de movilidad. Por tanto, si el deseo del señor Presidente del Gobierno Central es que no permanezcamos en la separación lo tiene fácil, tan solo tiene que conseguir que el cruzar esa linde le cueste al isleño lo mismo que le cuesta al peninsular moverse entre Sevilla y Barcelona, o entre San Sebastián y Madrid, pero también con exactamente ese mismo 100% de posibilidades diarias y horarias.

Está ahora sobre el tapete el asunto de los descuentos en tarifas de trasporte aéreo, que si el 50%, que si el 75%; a mí siempre me ha parecido el asunto más un señuelo que una solución y ligero anda el que piensa que solo con descuentos sobre tarifa los billetes aéreos se llegará a solucionar el coste de la insularidad pues nada ni nadie impide que las empresas de transporte aéreo sigan elevando los precios, y eso por no hablar de que esos descuentos no alcanzan con incidencia el transporte de mercaderías, razón que nos convierte en privilegiados premiados disfrutar de los combustibles más caros del Estado.

La solución justa, y corríjanme si me equivoco, no es otra que la calificación de servicio público de los únicos medios de comunicación existentes, barco y avión, que consiga equipar el coste medio de kilometro recorrido y que sea el mismo para el ciudadano de Llanes que el de Mercadal, ni más ni menos. Y no me digan por favor que eso sería económicamente prohibitivo; si hay dineros para el rescate de autopistas por las que nadie circula, para construir y mantener aeropuertos innecesarios y para tender vías de alta velocidad que luego hay que cerrar porque su volumen de pasajeros se cuenta con los dedos de una mano, debiera haber dinero para prestar un servicio público de transporte de personas pero también de mercaderías que haga iguales a los de Inca y Artá a los de Avila y Lleida; sin contar con la ayuda monetaria que sería destinar lo que acaba en los bolsillos de las empresas aéreas con eso de los descuentos a ese mantenimiento del servicio público de transporte.

Así que ya ve don Mariano, en su mano está que no permanezcamos desconexos; háganos usted iguales, en lo del transporte, a los de Guadalajara y nadie se inclinará por la vía catalana.

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