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Ramón Aguiló

Un mártir en Cort

Antoni Noguera ha liderado como alcalde de Palma la ofensiva de su gobierno tripartito, Més, PSIB-PSOE y Podemos, en apoyo de Valtonyc: pide la absolución del rapero. La condena es firme. La única posibilidad de su anulación estriba en otra resolución, bien del Tribunal Constitucional o del Tribunal de Derechos Humanos de Estrasburgo. De lo contrario lo único que le podría salvar de la cárcel es un improbable indulto. Permítaseme un digresión sobre la condena. Gente bien intencionada ha mantenido una posición, digamos tercerista, de situarse en el fiel de la balanza, que no puedo calificar de postureo, pero sí de intento de quedar bien con todos. Por una parte se califican las canciones del rapero de reprobables o deleznables, se duda de su calidad artística para, a continuación, decir que la condena es desproporcionada o injusta; o bien si merece la pena sancionar con cárcel unas expresiones poco relevantes que podrían haber sido castigadas por otras vías. Decir que es desproporcionada es obviar que no ha sido objeto de la máximas penas contempladas en el Código Penal. Que es injusta es tanto como acusar al TS de prevaricación. Si merece o no la pena es una consideración política, no legal. Hablar de otras vías sin citarlas es un brindis al sol. ¿Multas? ¿Figuran en el Código para este caso? ¿Acaso el artista no se declararía insolvente? ¿Acaso no aplican tres jueces la ley?¿Por qué en lugar de cuestionar la sentencia no se cuestiona el Código Penal? El Colegio de Abogados dice que la creación artística, la sátira y la ficción no deben ser perseguidos penalmente; a continuación, que el derecho a la libre expresión no es ilimitado. Pero, aceptando que el arte no delinque, ¿quién asegura que las canciones del rapero sean arte?¿Pueden ser arte las amenazas de muerte contra personas concretas?¿Tienen límites la sátira y la ficción? Los de Podemos lucen su camiseta: "Les paraules volen soles". Ya sabemos que son revolucionarios. De panfonteta. Pero la ley mordaza (que yo también deploro) poco tiene que ver con Valtonyc. Olvidan, quizá interesadamente, algo que hemos aprendido de la historia, en muchos lugares, que después de las palabras vienen las balas. Nunca la palabra ha sido inocente. De ahí la irresponsabilidad de quienes afirman que no pueden ser sancionadas. Lo son, aquí y en los países civilizados. Nadie debería alegrarse de que alguien vaya a la cárcel. Nadie debería pugnar para que no se cumplan las leyes, que son, les guste o no a algunos, expresión de la voluntad democrática.

Algunos columnistas afirman, a raíz del proceso independentista catalán, las prisiones provisionales y el previsible procesamiento de los responsables, también como consecuencia de sentencias condenatorias por enaltecimiento del terrorismo, que vivimos una constricción democrática, un nuevo autoritarismo y un aumento de la represión estatal. Sólo quiero recordar que un millar de ciudadanos, hombres, mujeres y niños han sido asesinados por el terrorismo; y la democracia puesta en peligro. Y que es democráticamente inaceptable que se humille, enalteciendo el terrorismo, a las víctimas. Los asesinos convertidos en héroes. También, que los nacionalistas catalanes urdieron un auténtico golpe de Estado para destruir el Estado español. Y que las acusaciones de autoritarismo no tienen otra intención que posibilitar que los delincuentes protagonistas del golpe vean cómo sus delitos quedan impunes. O, como pide Iceta, que sean indultados, para que sigan dividiendo en dos la sociedad catalana imponiendo los designios de una de las partes. Nada de lo que ocurre es fruto de una democracia muy mejorable, ni del Estado de Derecho, sino del intento del nacionalismo, asesinando el de ETA, o violando la Constitución y el Estatut el catalán, de acabar con ellos.

Volvamos a Noguera. Me siento solidario con la familia de Emili Darder. Pero la aceptación del justiprecio de la expropiación de la casa de Darder en los años cincuenta, dificulta la reversión. No culpo para nada a la familia, comprendo los motivos que les llevaron a aceptarlo y su reivindicación, que apoyo. Pero legalmente ya no es un bien incautado. El cuartel de ingenieros se edificó sobre un solar incautado al Ayuntamiento de Palma. Costó Dios y la ayuda del ministro de Defensa, Narcís Serra, con el que tenía amistad, en los ochenta, recuperarlo y canjearlo por el solar de las Estaciones, propiedad del Estado; once años de desesperantes negociaciones (después, entre Fageda, Cirer y Matas malograron lo que debía ser un magnífico parque). Pensar que porque Noguera es "el alcalde que enlaza directamente con Darder" (una conjunción planetaria), ignorando a todos sus predecesores, esto se va a resolver en un pis-pas es soñar despierto. Noguera ha dicho: "Si estuviéramos en 1937, yo sería fusilado". ¿Cómo lo sabe? ¿Cómo sabe que en 1937 él hubiera sido republicano, nacionalista y fusilado? Algunos sí sabemos cómo nos comportamos el 23F y el riesgo que asumimos. Somos el resultado de la interacción de los genes y el entorno. Hijos de franquistas como Kindelán y Sartorius han sido comunistas. Hijos de fascistas de Campos y Manacor, que comandaron "paseos" que acabaron con cadáveres de republicanos en las cunetas, han sido nacionalistas catalanistas, también del PSM. Conjeturo que vivieron en su carne la culpa de sus padres. Como la flecha del tiempo no nos permite, al menos al nivel macroscópico, volver al pasado con la máquina de H.G. Wells, nada nos permite saber lo que hubiera ocurrido con Noguera. Lo que sí sabemos es que es un bocazas, como cuando fue grabado diciendo que estaba hasta los cojones de la puta España. Lo que no podíamos saber es hasta qué punto es un narcisista frívolo y oportunista carente de todo pudor cívico, que, con tal de acarrear unos votos, utilizando de forma descarada y bochornosa la memoria de Emili Darder, se nos presenta como el mártir imaginario de Cort.

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