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Jose Jaume

Desde el siglo XX

José Jaume

Un partido lobotomizado

La entrevista que se le hizo al presidente del Gobierno en Onda Cero habrá dejado estupefacto a quien todavía hoy sea capaz de conservar una brizna de fe en las presuntas cualidades de estadista de M. Rajoy. Respondió con un sonido gutural a la pregunta de si Francisco Camps sigue siendo militante del PP; se negó en redondo a entrar en el asunto de la equiparación de salarios entre hombres y mujeres cuando en las empresas desempeñan el mismo trabajo, aduciendo que mejor no meterse en determinadas cuestiones y aseguró, como siempre, que nada sabía de los casos de corrupción. El presidente casi eterno del PP nunca nada ha conocido sobre su partido. Nada relacionado con prácticas irregulares. Lo único que supo en su día fue que la Gürtel no era una trama del PP, sino "contra el PP". Desde entonces, ni ha tenido ojos para ver la realidad ni oídos para escuchar el estruendo que ha generado el deslizamiento de su partido hacia el fango.

Lo que hay que preguntarse es hasta cuándo y hasta dónde en el PP se callará, hasta qué momento no se le exigirán cuentas a M.Rajoy por lo que está aconteciendo. La impresión de que nos hallamos ante un partido políticamente lobotomizado tiene visos de ser la imagen real que explica el espeso y viscoso silencio aposentado en los órganos de dirección, donde nadie es capaz de enunciar una discrepancia, ni tan siquiera de preguntar si el presidente del partido ha de asumir responsabilidades, aunque sea a beneficio de inventario. La lobotomía ha sido efectiva, drástica, ha logrado que en el PP las bocas permanezcan cerradas, que no haya quien ose decir lo que seguro que piensa. El PP es lo más parecido que puede hallarse a lo que fue el comité central del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), a cuyos integrantes se les conocía como "almas muertas". Nunca tuvieron nada que objetar sobre los designios que emanaban del politburó y de su secretario general. Ni cuando se hundía la URSS se atrevieron a hablar. Estaban lobotomizados.

Sorprende es que en algunas terminales del partido, caso de la mallorquina, todavía se opere con los esquemas utilizados a lo largo de la vigencia del bipartidismo. Oir a Biel Company afirmar que obtener 30 diputados (mayoría absoluta en el Parlament) es una posibilidad, pero que hay que trabajar para formar una mayoría con Ciudadanos y, llegado el caso, El Pi, lo que ha corroborado la portavoz Prohens, precisando que todo pasará por el PP, es propio de la ceguera inducida por M. Rajoy. Acaso ignoran ambos que lo que está debatiéndose no es si habrá una mayoría de derechas en mayo de 2019, sino si Ciudadanos hará con el PP lo que en 1982 AP ejecutó con UCD. Es decir: la sustitución en el campo de la derecha española del partido hegemónico. En eso se está y no en la penosa, hueca palabrería de Company y Prohens.

Con M. Rajoy al mando, el PP se encamina hacia un horizonte en el que las brumas no le permiten atisbar lo que puede encontrarse más allá, pero el miedo es palpable. Un temor paralizante, que le imposibilita desprenderse de quien manifiestamente ha sido incapaz de resolver los graves problemas que España tiene planteados. M. Rajoy ha enquistado el de Cataluña (por mucho que la actuación de los independentistas haya sido ilegal, ademas de temeraria, torpe y ridícula), ha permitido que la corrupción no fuera atajada, no ha posibilitado la regeneración política y, por encima de todo, ha puesto en serio riesgo de quiebra el régimen constitucional del 78. Suficiente para desaparecer de escena.

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