Ya sé que un indulto sólo se justifica en algún caso excepcional, pero hay ocasiones en que el logro de la paz de los espíritus lo hace conveniente, modulando con la clemencia el rigor de la justicia. Además, si se ha atendido su petición de traslado de la celda que compartía con Jordi Sànchez, reconociendo así el peso de las razones alegadas (o sea, que la matraca independentista que le daba a todas horas el presidente de la ANC suponía una duplicación de condena), ¿no se está admitiendo la inhumanidad de la tortura a la que fue sometido este preso de confianza, cuyo nombre ignoro? No digo que se le deje libre, pero que al menos se le rebaje la pena en los días en que el hombre padeció la matraca en cuestión. No es lo mismo sufrirla de lejos y estando en libertad (como nos ha ocurrido al resto de compatriotas) que padecerla en vivo, en directo y en la distancia corta de una celda.