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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

El 'Cristal' no muere, lo matan

La última vez que quedé con una mujer en el Cristal, ni se dignó presentarse. Afortunadamente, porque la selección jugaba un partido decisivo que vi en el bar. Tuve oportunidad de pedirle perdón a la bella dama, indicándole que me dolía mucho no haber podido acudir a la cita y dejarla plantada. Este vodevil de bolsillo enlaza con el papanatismo desatado por el asesinato del establecimiento de la Plaza de España. Se llora la desaparición de cada comercio tradicional como si fallecieran de muerte natural, y solo una vez que está garantizada la irreversibilidad de la extinción. "No cerramos, nos hacen cerrar", en la exacta definición del empresario del local.

El Cristal muere por contagio de la plaga de alquileres desatados que aqueja al comercio tradicional. No cabe individualizar, hay que dar el pésame por Mallorca, antes de abrir otra tienda de bolsos o de telefonía. En vez de tanta lágrima de cocodrilo, procede recordar y publicar los nombres de quienes han multiplicado los arrendamientos, para tenerlos frescos cuando regresen las vacas flacas y haya que renegociar a la baja. O por si acaso se les ocurre presentarse a alcaldes de Palma. Claro que llorar crea menos problemas que reivindicar.

La Mallorca llorona ni siquiera se escandaliza ante el cinismo de la plana mayor del PP, los enterradores del Cristal acudieron al establecimiento a certificar la defunción. Una vez que el cierre era inevitable, claro, con las plañideras conservadoras encabezada por un Biel Company que firmaría en la misma mesa del bar la voladura del edificio, para levantar una torre de cuarenta plantas. Y cómo olvidar el Ayuntamiento de Antoni Noguera, que encarga catálogos a los amiguetes mientras auspicia en Palma una burbuja de la construcción que no ocurrió ni con los populares en el poder. Y por supuesto, los ecosoberanistas solo permiten proyectos donde el elevado precio garantice que los pisos no puedan ser comprados por los apestosos indígenas, véanse las obras en primera línea de mar o la destrucción de Génova. La resignación no es la respuesta. Ocupad Mallorca.

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