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Antonio Papell

Borrell y la crisis del PSOE

Josep Borrell acaba de publicar en la editorial Catarata "Los idus de octubre. Reflexiones sobre la crisis de la socialdemocracia y el futuro del PSOE", un luminoso y audaz análisis, escrito a vuelapluma -incluso con precipitación- para ver la luz antes de la celebración de las primarias socialistas del 21 de mayo, en las que el autor apuesta por Pedro Sánchez. Borrell reconoce dos motivos para escribir el libro: otro libro previo de Jordi Sevilla, que mete el hilo en la aguja del relato, y las mixtificaciones y mentiras de Miguel Ángel Heredia, secretario general del grupo parlamentario socialista en el Congreso, quien explicó en una reunión privada de su partido que "hubo que actuar sobre la marcha" y "hacer lo que hicimos" (en relación al golpe de mano contra Sánchez) porque tenía firmado un pacto secreto con Podemos y los independentistas catalanes. Además, el felón puso por testigo a Ignacio Fernández Toxo, quien como es lógico desmintió airada y categóricamente el embuste en cuanto tuvo noticia de él.

La tesis central del libro, dicho muy sintéticamente, es que el error del golpe de mano del primero de octubre de 2016, que causó la defenestración de Sánchez, fue la consecuencia de una cobardía moral de los propios socialistas más activos en aquella coyuntura, que no fueron capaces de plantear y someter a votación en el comité federal la estrategia de abstenerse ante la investidura de Rajoy, a cambio de exigentes contrapartidas al PP. De hecho, el propio Borrell había sugerido esta posibilidad obvia en un artículo poco después del 26J: la abstención podía "producirse de dos maneras. Una, sin contrapartidas ni condiciones, instrumentada técnicamente mediante la oportuna enfermedad de unos cuantos diputados. Otra, poniendo el precio de un conjunto de medidas de tipo económico, social e institucional que el Gobierno minoritario se compromete a impulsar".

En realidad, lo importante de la visión de Borrell es que desmonta tópicos y destaca evidencias. La crisis socialista no es reciente sino que arranca en realidad en 2010, cuando Zapatero anuncia un descomunal recorte presupuestario del 1,5% del PIB, y prosigue con la reforma exprés del art 135 de la Constitución por exigencia alemana€ Pero, además, no fue Sánchez quien hundió electoralmente al PSOE: si se comparan los resultados de las últimas elecciones europeas, resulta que entre las de 2009 (todavía regía entonces el modelo cuasi bipartidista) y las de 2014 (ya con un modelo cuatripartito), el PSOE perdió el 41,15% de los votos, 15,8 puntos porcentuales y 9 escaños, de 23 a 14. Y al consumarse este declive, Pedro Sánchez era un perfecto desconocido todavía dentro y fuera del PSOE.

Escribe Borrell frente a las críticas por el ´mal resultado´ de Pedro Sánchez en 2015, emitidas por numerosos barones (Díaz entre ellos): "¿Un mal resultado? Por supuesto. El conflicto interno, que apareció tan pronto como Sánchez anunció ser candidato a la presidencia del Gobierno, sin duda influyó, pero no lo explica todo. Esperar que en 18 meses un nuevo líder cambiara la apreciación que los españoles tenían del papel que el PSOE había jugado desde 2009 era ciertamente difícil porque las respuestas sociales tienen mucha más inercia. ¿Otro lo hubiera podido hacer en su lugar? Nunca lo sabremos". En cualquier caso, Borrell pasa también revista a los pésimos resultados que obtuvieron los líderes territoriales en sus regiones (pérdidas de 7,6 puntos en Aragón, feudo del inefable Lambán, quien por cierto gobierna con Podemos; de 7,29 puntos en Castilla-La Mancha, donde también Page gobierno con las huestes de Iglesias)€ "¿También era culpa de Sánchez? -pregunta Borrell-. El superior liderazgo de los candidatos territoriales no les bastó para mejorar los resultados a nivel nacional, lo que no les ha impedido ser los más agresivos en la crítica".

En definitiva, en la defenestración de Pedro Sánchez ha habido bastante más que puritanismo ideológico: la ruptura ha sido el fruto de una gran ambición, que las bases, en virtud de las primarias, están evidentemente dispuestas a frustrar.

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