La costumbre del varón español de orinar en las áreas de descanso de las autopistas es secundada por la administración de carreteras con la renuncia a instalar en ellas urinarios, pero daría igual (de hecho podrían usar los aseos de las estaciones de servicio). Por tanto, el rito debe de cumplir otra función, quizá de afirmación de la diferencia respecto de la mujer, que tiene menos fácil desarrollar la misma praxis. En cuanto al también conocido hábito español (unisex) de usar los pasillos rodantes de los centros comerciales para descansar apoyados en su pasamanos móvil, en lugar de seguir andando cada uno a su ritmo, no debería imputarse a indolencia patria, sino tal vez a un respeto reverencial a la tecnología, a la que se realza así dándole un mayor peso. Como esas costumbres se documentan en todos los pueblos y tierras de España, hay razones para el titular de este billete.
