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Matías Vallés

Al Azar

Matías Vallés

Que alguien avise a Thomàs

El socialista Vicenç Thomàs aspiraba a la conselleria de Sanidad, pero hasta Podemos advirtió de que era excesivo reponer al conseller que inauguró Son Espases. El muy afectado persiguió infructuosamente a continuación la presidencia de la cámara, cuando PSOE y Més confiaban en que Podemos reclamara un senador autonómico y dejara expedita la cima del Parlament. Se cruzó la ambiciosa Xelo Huertas, la carambola benefició a Francesc Antich como de costumbre, el médico quedó realquilado en la vicepresidencia y el resto es historia.

No hace falta insistir en que Thomàs interpreta la vicepresidencia efectiva como la mayor humillación de su carrera. El desenlatado con fórceps de Huertas lo ha recolocado accidentalmente en su anhelada presidencia del Parlament. Ha de estar predispuesto, al igual que Antonio Diéguez en 1999, a guardar la silla para el Maximiliano Morales de turno. Se puede discutir si tiene derecho a un retrato oficial, pero debe estar presto a abandonar el sillón antes de habituarse al excitante frufrú del terciopelo contra su cogote.

En circunstancias normales, se aplicaría el protocolo sin mayores cautelas, pero el precedente de Huertas aferrada a su silla por encima de la ley dispara las prevenciones. Si hay alguien encantado de que Huertas cayera sin sucesor es Vicenç Thomàs. Esperemos que, a diferencia de lo ocurrido con su antecesora, alguien le haya explicado al ilustre facultativo la interinidad de su cargo y funciones. Su avidez por suceder a la egresada de Podemos excedía el vigor reclamado por el PSOE para amortiguar el escándalo, y se deslizaba hacia el lógico deseo de lucir las pompas de la presidencia ni que fuera efímeramente. Hay personas que viven por un cargo, Thomàs se desvive por una labor de representación. El entusiasmo por los oropeles sorprende en un político que le ha tallado facetas inesperadas a la palabra huraño. La autonomía no puede permitirse una nueva parodia de la erradicación de Huertas. En su aniquilación, la hoy diputada a secas materializa su sueño en esta legislatura, eclipsar desde la presidencia del Parlament a su odiada presidenta del Govern. Siempre se puede empeorar.

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